Otra oportunidad perdida

Las elecciones han dejado un escenario político polarizado

A la muerte de Francisco Franco Bahamonde, el PP y el PSOE —dos partidos respetuosos de la democracia, pero con concepción bastante distinta de lo que esta debía ser y de las prioridades económicas de Estado— entendieron que la única forma de sacar adelante a España era pactando objetivos comunes y los límites de la banda de coincidencia dentro de la que deberían gobernar el país. El Pacto de la Moncloa permitió a España cuarenta años de estabilidad y desarrollo.

Acabada la primera vuelta de estas elecciones en Perú, las semejanzas programáticas —aparentemente evidentes en materia de democracia, rol del Estado, derechos de los ciudadanos y respeto al libre mercado— entre los dos candidatos hicieron suponer a propios y extraños que estábamos ante la pronta edición de una versión andina y mejorada del Pacto de la Moncloa. Nadie previó que el estiércol que sería arrojado a paladas golpease el ventilador. Eso era de esperar, más bien, de las caras nuevas del viejo y siempre violento marxismo-castrismo, pues han sido siempre su lenguaje y su método en Perú.

Tampoco era previsible que una prensa que sufrió la expropiación del velascato y el uso abyecto de titulares durante el auge de poder de Vladimiro Montesinos reeditase, perfeccionadas, justamente aquellas malas artes que todos repudiamos. No fue necesario (¿o sí lo fue y no nos enteramos aún?) que se paguen mensualidades para que la Jolly Roger flamee a todo trapo en editoriales y antenas. Una lástima comprobar que aquello que creímos desterrado había infectado los cromosomas de casi toda una generación de periodistas.

Señoras, señores y otros, otrora educados y ecuánimes todos, adalides unos de la lucha contra la intolerancia, calmadas(os) profesionales otras(os), exitosos(as) del mundo de la empresa y las finanzas, fueron fácilmente manipulados por los paracaidistas sin partido y los quinta columnistas zurdos, e hicieron suyas la mentira y el insulto. Disparado el excremento, peladas las chavetas, cual faites de callejón de antaño, pero desprovistos de código alguno, arremetieron arteramente, para después reclamar en redes y en la prensa cómplice la previsible respuesta de algunos de los agredidos. Si te insulto es política, si me respondes es prepotencia.

El resultado de esta irracional barbarie es la construcción de un escenario polarizado in extremis, que hace muy difícil el pronto abrazo y besito que, con ingenuidad nacida de la ignorancia del país real, algunas intentaron.

Sigo pensando que el país necesita ese Pacto de la Moncloa, en versión peruana, pero sinceramente temo que se ha alejado una vez más otra gran oportunidad. Sigo creyendo en el necesario pacto de gobernabilidad, con objetivos comunes y linderos claros del camino para alcanzarlos, pero en este momento no veo cómo sería posible. Cuando se dinamitan todos los puentes, se abren surcos en los caminos y se taponan con bosta puertas y ventanas, el tránsito fluido se hace lejano y la comunicación complicada.

Mientras escribo esto, que será publicado dentro de cinco días, aún no hay resultado oficial y claro del proceso, aunque algunos medios entusiastas se adelanten al fin del conteo. La imprudencia continúa. Si finalmente vence él, no le hizo daño esperar; si vence ella, el apresuramiento puede agudizar la polarización, para beneplácito de los buitres del chavismo castrista.

 

Dios quiera que la luz se muestre pronto o vendrán tiempos difíciles.

 

Dardo López Dolz