Franco Germaná Inga

¿Olimpiadas en Lima?

¿Olimpiadas en Lima?
Franco Germaná Inga
09 de agosto del 2016

Sobre la necesidad de tener proyectos grandes para el país.

La antorcha olímpica se ha encendido. Este acto es simbólico, ya que según la mitología griega, el titán Prometeo, al ver que el hombre estaba desprotegido frente a las bestias que albergaba la Tierra, robó el fuego y la sabiduría a los dioses y se lo dio a los hombres. Por ello, la antorcha ha estado presente en las olimpiadas antiguas y modernas.

Cada cuatro años la humanidad se une en torno al deporte. Todos los países del mundo, incluso más de los que tienen representación en la ONU —incluyendo delegaciones de atletas independientes que, por variadas razones, no pueden competir defendiendo su bandera—, y como novedad este año, una delegación que representa a los refugiados, se dan cita en una ciudad para las olimpiadas. Todos ellos, dejan a un lado los enfrentamientos políticos, religiosos, económicos y sociales de sus países, para competir sanamente en diversos deportes y disciplinas.

El espíritu de las olimpiadas es noble e inspira a los deportistas a superarse a sí mismos, romper récords nacionales, hasta las barreras mismas que impone el físico humano y, si es posible, regresar a casa con una medalla. A las olimpiadas van hombres y mujeres, pero pueden regresar leyendas.

En esta oportunidad, la ciudad que tiene el privilegio de acoger los XXXI Juegos Olímpicos es Río de Janeiro, en Brasil, que se ha convertido en el primer país sudamericano en ser sede de esta competencia. No obstante, Río ha tenido numerosos problemas en la organización de sus olimpiadas: altos niveles de inseguridad ciudadana, riesgo para la salud de los turistas y deportistas —por el brote del mosquito portador del zika y la contaminación de las aguas en los lugares donde se practicarán algunos deportes acuáticos—, salarios impagos a los funcionarios públicos, etc. Todos estos problemas están enmarcados en un contexto de crisis política y mal momento económico de Brasil.

Cuando un país tiene el honor de ser sede de un evento de la magnitud de las olimpiadas adquiere la responsabilidad de cumplir con eficacia y eficiencia su labor, porque ha asumido un compromiso internacional y porque está ante los ojos del mundo entero. El Perú ha asumido ese compromiso, ya que Lima será sede de los Juegos Panamericanos de 2019. Estos son básicamente unas olimpiadas a escala; es decir, albergan prácticamente los mismos deportes y disciplinas, solo que la participación está limitada a las delegaciones provenientes de naciones americanas. Asimismo, son probablemente el evento deportivo más importante que podemos albergar después de unas olimpiadas o un mundial de fútbol.

Es de crucial importancia que nuestra organización ronde con la perfección por varias razones. En primer lugar, está en juego nuestro prestigio como país. En segundo lugar, según Magali Silva, extitular del Mincetur, se espera que lleguen 75,000 turistas (http://bit.ly/2aHfwQJ) que deberán ser atendidos. En tercer lugar, los panamericanos beneficiaran a nuestro deporte, al dar oportunidades a nuestros deportistas de clasificar a las siguientes Olimpiadas e inspirar a nuevas generaciones que podrían traernos laureles en el futuro.

Todas las razones anteriores son importantes; no obstante, la principal es que si nuestra organización resulta impecable, una candidatura de Lima para albergar unas Olimpiadas no sería imposible. Otros países han organizado panamericanos para luego dar el salto y ser anfitriones de las olimpiadas. Algunos ejemplos: México organizó en Ciudad de México los II Panamericanos en 1955 y luego las XIX Olimpiadas en 1968; Canadá hizo lo mismo organizando los V Panamericanos de 1967 en Winnipeg y las XXI Olimpiadas de 1976 en Montreal; finalmente, Río de Janeiro fue sede de los XV Panamericanos de 2007 y ahora lo es de la XXXI Olimpiada.

Estando de cara al Bicentenario de nuestro país, es momento de que asumamos grandes proyectos, y los panamericanos puede que sean solo el primer paso hacia algo mejor. Para ello, primero debemos evitar los problemas que tuvo Río, reduciendo la inseguridad, con un calendario realista para las obras de infraestructura que se requieran, mejorando la limpieza pública y, sobre todo, bajando las tensiones políticas internas, poniendo a los panamericanos y sus beneficios derivados por encima de las rencillas partidarias. Reza el dicho que se aprende de los errores; pero es mucho mejor aprender de los errores ajenos, para evitar cometerlos.

Finalmente, la costumbre dicta que la antorcha también se prenda en los Juegos Panamericanos, y Lima no puede ser ingrata a su simbolismo. Según continúa el mito, los seres humanos, usando el fuego y la sabiduría, llegaría a parecerse a los dioses; por lo que Zeus condenó a Prometeo a estar encadenado a una montaña y que un águila le devorara el hígado, el cual al regenerarse diariamente, hacía que el águila volviera a diario.

Franco Germaná Inga.

@FrancoGermana

 
Franco Germaná Inga
09 de agosto del 2016

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