Marco Sipán

Nueva Constitución para frenar la corrupción neoliberal

Nueva Constitución para frenar la corrupción neoliberal
Marco Sipán
13 de enero del 2017

Para que no se sigan “aceitando” las megaobras de infraestructura

La corrupción desnudada con el caso Odebrecht nos permite entender la crisis del régimen democrático neoliberal, que sufre del mismo mal que la dictadura fujimorista de los noventa: la corrupción, el principal detonante para el derrumbamiento de ese régimen. La distancia entre la democracia y la plebe es tal que luego de 16 años la fuerza política heredera del autoritarismo y la corrupción de los noventa puede, sin ruborizarse, intentar hacerse pasar como “oposición democrática” al actual gobierno neoliberal, incapaz y mediocre, y conseguir un amplio respaldo popular.

La denuncias sobre posibles sobornos ofrecidos a los gobiernos neoliberales posdictadura y a las últimas gestiones municipales de Lima generan una extrema deslegitimación de la política, de la democracia y del Estado. Y eso es lo que nos ha traído el neoliberalismo. Mientras tanto, parte de la derecha, tiene la estrategia de publicitar el mensaje de que Ollanta Humala y Susana Villarán, que al supuestamente estar implicados y provenir del campo de las izquierdas, serían los feroces malhechores que le abrieron la puerta del país al lobo feroz de Odebrecht, olvidando que en ambos ni Ollanta ni Susana deslindaron con el neoliberalismo, y más bien lo reprodujeron. Y es este modelo el que posibilita la alta corrupción en el plano estatal, alentando la competencia sin escrúpulos por la llamada “acumulación originaria”, a la que aspiran muchos de los altos funcionarios que tienen la capacidad de tomar las decisiones que empeñen nuestros recursos a manos forasteras.

Crece en la gente la indignación contra todos los políticos y los partidos políticos. El malestar social aumenta cuando sectores como salud, seguridad, educación están en crisis. La economía familiar está estancada desde hace tres años. Los conflictos socioambientales siguen latentes en todo el país. La explosión social surgida con la protesta contra el “peaje en Puente Piedra” manifiesta un gran enojo de la población, pero también muestra la falta de dirección política en los sectores populares para convertir este conflicto en una organización política que dispute el poder real en Lima.

El neoliberalismo gobernó durante toda la década de los noventa con la dictadura de Fujimori y gobierna hasta hoy con los cuatro gobiernos “democráticos”; es decir, 26 años de neoliberalismo y de corrupción desde el poder ejecutivo. La corrupción que ha aceitado las megaobras de infraestructura que hoy se realizan es la misma que ha aceitado los contratos ley para las concesiones mineras, privatizaciones de empresas nacionales y los desvíos de fondos de las instituciones estatales años atrás. Esta situación legitima formas de corrupción y violencia en la sociedad, generando anomias como el sicariato o los pagos de cupos. Por eso es lesiva la permisibilidad con los políticos corruptos.

Sin legitimidad política y con estancamiento económico en los sectores populares por parte del neoliberalismo, son buenas las condiciones para que la gente tome consciencia sobre lo grave de este mal. Y es en el plano cultural a donde se debe apuntar, pues el modelo ha posibilitado la construcción de un imaginario consumista y superficial de la vida como sinónimo de bienestar y que es el principal escollo a derrumbar en las nuevas generaciones.

Enfrentar contundentemente al neoliberalismo es quebrar su columna vertebral, la Constitución de 1993. Una Constitución que expresó un momento de reordenamiento de los grupos de poder y que dio origen al actual periodo político en nuestro país. Por eso es importante vincular a la población con el debate por el cambio de la Constitución, pues su cambio también expresa el cambio en la correlación de fuerzas políticas. Y el único proceso de validez real para poder cambiarla es el referéndum que vienen impulsando Democracia Directa y Gregorio Santos. este referéndum es el eje principal de articulación de muchas organizaciones populares en todo el país para superar al neoliberalismo.

Marco Sipán
13 de enero del 2017

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