Manuel Gago

Nobel para el Picaflor

Nobel para el Picaflor
Manuel Gago
17 de octubre del 2016

También creó expresiones poéticas de gran arraigo popular

Con el anuncio del Premio Nobel de Literatura 2016 para el cantante norteamericano Bob Dylan, la Academia Sueca nos devuelve al pasado, a los años sesenta y setenta, y abre la posibilidad de que más adelante, otros versos poéticos convertidos en canciones, puedan ser también galardonados. La explicación es que, en esta oportunidad, la distinción a Dylan es “por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”.

“How many roads must a man walk down / before you call him a man”.

Conozco a Bob Dylan por una bronquitis a los 18 años. Estuve en cama y mi primo Aldo me trajo un cassette de él y otro de Joan Báez. Por entonces, tenía un programa radial de música pop, en los mismos días que el poder de la música chicha anunciaba su cercana supremacía en la serranía y en la Lima provinciana. “Viento” del Grupo Celeste, “El Aguajal” de Los Shapis y otras canciones eran las favoritas de las radioemisoras serranas y de los conos de la gran Lima. “Blowin in the Wind”, “Mr. Tambourine Man” y “Like a rolling stone”, quedaron para unos cuantos.

“Alienado”, me decía la izquierda en el campus universitario, tomado por el FER, preparándole el camino a Sendero Luminoso. No somos huérfanos. Aquí también tenemos expresiones poéticas interpretando la realidad social, los dolores, anhelos y desafíos de la población. Quien escucha al Picaflor de los Andes sabe que encarna fielmente las agonías, sufrimientos y escaseces de las mayorías. Es el sentimentalismo hecho carne y hueso.

Víctor Alberto Gil Mallma vestido de huanca es verdaderamente imponente. Las primeras notas de huaynos, mulizas y huaylas hacen estallar en una especie de triunfal lamento. Canta entre ruidos, jaleos, silencios y silbidos de júbilo. No es posible encontrar una mayor identificación entre artistas y público, ni público ni intérprete más felices y realizados. (José María Arguedas, El Comercio, 30 de junio de 1968).

El argumento exhibido por la Academia encaja en algunos esforzados cantautores que ya nombró el público. Caería como anillo al dedo al Picaflor de Los Andes, que en su momento —para quienes saben, como José María Arguedas— creó expresiones poéticas de arraigo popular. Sin embargo, la relatividad del espacio-tiempo-histórico, la universalidad del arte y la literatura, separan a Dylan de Gil.

La vida es una constante lucha del hombre y la naturaleza. Día a día se lucha por subsistir, se lucha por un mañana mejor, por el amigo, por la familia, por los hijos que es la misma patria. El esfuerzo es arduo y tenaz. Vencer los obstáculos, las vicisitudes, es luchar por la misma existencia.

El Nobel de Bob Dylan y del egipcio Naguib Mahfuz (1988) se parecen. Poco o nada conocidos por acá. O como el de Mario Vargas Llosa. El popular programa de televisión Jeopardy —de la cadena NBC— preguntó por el Nobel Mario Vargas Llosa sin respuesta acertada. Y quien sabe del Jeopardy, sabe que allí sí saben.

Mi chiquitín pedazo de cielo. Tienes mi sangre y llevas mi nombre. Dios te bendiga, chiquito chiquitín. Solo te pido cuando seas grande cuides mis pasos, mis últimos días, como ahora cuido de ti. Contra los males, contra la pobreza están mi pecho junto con mis brazos. Cuando seas hombre nunca denigres el nombre que llevas. Tu corazón, tu mente y trabajo bríndale a la patria.

 

Manuel Gago

 
Manuel Gago
17 de octubre del 2016

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