Eduardo Zapata

No te creo ni lo que comes

No te creo ni lo que comes
Eduardo Zapata
15 de junio del 2017

El affaire Pura Vida afecta a todas las empresas peruanas

El dicho que titula esta nota es una expresión coloquial utilizada para decirle al interlocutor que su palabra no es digna de crédito alguno. Claramente denota y connota desconfianza profunda y aun desprecio. El “ni lo que comes” alude a una desconfianza hasta lo que podría aparecer visualmente como evidente.

Y ocurre que respecto a la política y los políticos —lo dicen las encuestas— pareciese que la expresión podría estar ya en boca de la mayoría ciudadana. Pero también esta expresión parecería extenderse, en el sentir popular, al mundo de la administración de justicia, de la empresa privada y —por qué no ahora— de los llamados “tecnócratas”.

El pacto social —que presupone la palabra confianza— parece haberse evanescido. Allí donde antes nos ilusionamos con crecimiento económico, hoy vemos decrecimiento; allí donde veíamos reducción de la pobreza, en verdad nos asomamos a su aumento; en fin, allí donde el optimismo nos llevó a formular la Marca Perú y aun a enorgullecernos de ella, hoy la sentimos hasta falsificada.

Y es que la marca de un país —como la de una empresa o aun la de una persona— no es asunto de marketing estacional. Claro que en el ejercicio político moderno este es necesario, pero una marca es una construcción social dinámica que requiere referentes reales y sostenibles.

El affaire Pura Vida —en el fondo y en el irresponsable tratamiento que mucha prensa le ha dado— no solo ha afectado a Gloria. Se hace extensivo a otras marcas y compromete la propia Marca Perú.

Porque precisamente se trata de que ahora dudamos hasta de “lo que comemos y bebemos”. Y esto —lo sabemos desde el neuromarketing— afecta un insight muy profundo: la supervivencia. Algo que nos enfrenta directamente a eros y tanatos, a vida y muerte.

Decíamos en una nota anterior inmediatamente después del mensaje presidencial del 28 de julio del 2016 y de unas declaraciones espontáneas del presidente:

Ha sido el propio PPK quien ha traído a la mente Conversación en la Catedral. Hasta ha realizado una innovación lingüística cuando formuló su expresión “Hay que desjoder al Perú”, en clara alusión a las palabras con las que el personaje Zavalita abre la novela Conversación en la Catedral. Insondables los misterios de la mente. PPK escoge como primer ministro a un Zavala. Cuando es Zavalita —en Conversación en…— el que pesimista o cínicamente acuñó la frase ‘en qué momento se jodió el Perú. Toca, pues, a Fernando Zavala proponer un mensaje coherente y de acción inmediata que —sin abdicar a la promesa de unión y felicidad— demuestre la firmeza y la confianza en el Perú exigidas por las circunstancias… Le toca ser Zavala y no Zavalita.

Más allá de las virtudes personales de Fernando Zavala, los errores de gobierno y los resultados políticos, sociales y económicos subrayan la necesidad de “desjoder” al Perú. Y eso pasa por no seguir jugando a la guerrita política, por distanciarse claramente de proyectos corruptos y pasa —inevitablemente— por la renuncia del señor Zavala porque muchos de sus ministros son política y técnicamente ineficientes. Lo contrario significaría que Zavala se convierta en Zavalita. Y no creo que ni él lo desee.

 

Eduardo E. Zapata Saldaña

Eduardo Zapata
15 de junio del 2017

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