Dante Bobadilla

No hay modelo. Se hace modelo al andar

No hay modelo. Se hace modelo al andar
Dante Bobadilla
17 de septiembre del 2015

Sobre la visión ideológica que concibe todo en función de un sistema

Uno de los argumentos más frecuentes de la izquierda es el “agotamiento del modelo”, que explicaría los males de nuestra economía. No es un argumento nuevo y, si me apuran, diría que ni siquiera califica como argumento. Se trata más bien de otra típica letanía progresista, repetida por encumbrados analistas y los más palomillas trolls de la web: “el fracaso del modelo neoliberal”. La visión ideológica del mundo parte por concebirlo todo en función de modelo o sistema, repleto de defectos, para luego proponer otro, uno ideal que asegura la felicidad eterna. Ese es el cuento permanente de la izquierda.

Lo cierto es que no hay ningún modelo. Popper decía que los seres humanos vemos regularidades incluso donde no hay, y luego imponemos nuestras leyes a la naturaleza. Lo mismo pasa con la sociedad: le atribuimos modelos. Me inclino a pensar que los modelos y sistemas económicos no pasan de ser alucinaciones. Son solo tentativas teóricas para entender la realidad. Pero lo mejor que podemos hacer los seres humanos es vivir en la misma realidad y aprender de ella paso a paso, día a día. Sin embargo, los fanáticos teóricos, que creen saberlo todo, siempre cometen la estupidez de querer darle lecciones a la realidad y montan sus sistemas de control, ajenos al hecho de que la realidad siempre está y siempre estará fuera de control.

Vivir en libertad y apegado a la realidad es el mejor modelo posible. No hace falta inventar nada. Todo lo que diferencia a las sociedades son diferentes grados de libertad y realismo. Cualquier modelo social o económico que haya sido ideado, planificado y escrito, para ser seguido fielmente como una Biblia, está destinado al fracaso y al basurero de la historia, como los experimentos de la izquierda para controlar la realidad a costa de la libertad. Un acto de soberbia propio de los necios que juegan a ser dioses. El modelo fundado en el control estatal de la realidad, reemplazando las fuerzas naturales del mercado y la sociedad por los excelsos valores de una burocracia adoctrinada, es el camino al infierno socialista que tantas veces hemos visto ahogándose en el delirio y la miseria.

El modelo socialista parte de una curiosa interpretación de la sociedad, vista a través de valores idealizados como el de igualdad, para asumir, por ejemplo, que la pobreza no es una consecuencia natural de las decisiones de las personas, ni de su entorno y condición geográfica ni de sus tradiciones étnicas y culturales o de una suma aleatoria de factores naturales, sino de una malvada confabulación montada por oscuros poderes siniestros que han planificado un sistema injusto, el cual desarrollan por la fuerza. Algo que, en consecuencia, se sienten obligados a combatir hasta destruir. Desde luego, primero habría que ponerse a pensar si resulta sensato esperar que exista igualdad en la realidad. Como ya lo hemos advertido antes, hay cosas que solo existen en la mente humana. Pero la izquierda nace justamente de la incapacidad intelectual para diferenciar la realidad de las imágenes y los conceptos idealizados en la mente.

Enarbolar una causa idealista como la igualdad para justificar acciones políticas de control que limitan la libertad, arriesgando la propia existencia humana, no parece calificar como conducta ética. El modelo de control de la realidad tiene muy altos costos a cambio de ninguna posibilidad de éxito, porque tanto la igualdad, la justicia y los modelos políticos, sociales y económicos son cosas que pertenecen al escenario inestable de la mente humana. No a la realidad. Parafraseando a Machado habría que decirles: progresista: no hay modelo, se hace modelo al andar.

 

Por: Dante Bobadilla (@xileone)

 
Dante Bobadilla
17 de septiembre del 2015

COMENTARIOS