Jorge Morelli

No hace falta el CNM

Es un organismo ajeno a todos los poderes del Estado

No hace falta el CNM
Jorge Morelli
11 de julio del 2018

 

El Consejo Nacional de la Magistratura no debe ser reformado, debe desaparecer. En ninguna democracia de América existe una entidad semejante, que nombre a todos los jueces de la República, incluyendo a los jueces de la Corte Suprema. Lo que existe en todas las democracias americanas, sin excepción, es que a los jueces supremos los nombra el Poder Ejecutivo a propuesta del Congreso (y en algunos pocos casos a la inversa). Ellos luego nombran a todos los demás jueces.

Esto se debe a que el mecanismo por el cual el Ejecutivo nombra a los jueces supremos es uno de los componentes fundamentales del equilibrio de poderes en todas partes. Pero entre nosotros el equilibrio de poderes está quebrado desde el momento mismo en que los jueces supremos son nombrados por un organismo ajeno a todos los poderes del Estado. El equilibrio de los tres poderes es como el del juego infantil en el que, no obstante, si el papel ya no envuelve a la piedra, ya no es posible el juego. La pérdida del equilibrio de poderes ha condenado a nuestra democracia a ser una de baja gobernabilidad.

En ningún sitio existe un organismo autónomo ajeno a los poderes del Estado que nombre a los jueces supremos. Tampoco uno en el que la mayoría de sus miembros provenga de la sociedad civil y no del Estado. Y aún menos uno en el que esos supuestos representantes de la sociedad civil son elegidos por colegios profesionales y universidades. Eso recibe en la historia política el nombre de corporativismo.

El mejor sistema de justicia del mundo, según consenso, es el del Reino Unido. Hasta el Gobierno de Tony Blair, los jueces supremos ingleses fueron designados por el lord chancellor de entre quienes él creía adecuados para ser propuestos a Su Majestad, la reina Isabel II. Convencido Blair de la necesidad de reformar esta institución medieval, propuso que los jueces supremos fueran nombrados por una comisión cuyos miembros serían designados por el Poder Ejecutivo. En el año 2005, por Acta de Reforma Constitucional, las funciones del lord chancellor las ejerce ahora el lord jefe de Justicia. Reza un dicho inglés que para ser juez hay que ser, ante todo, un caballero; y si se sabe algo de derecho, mejor.

En la cándida idea de erradicar la corrupción en la justicia, en el Perú se ha entregado el nombramiento de los jueces supremos a unos representantes de actividades profesionales sin ningún conocimiento de quién es quién entre los jueces. Ese remedio es peor que la enfermedad. Por eso la corrupción que hoy ya es de conocimiento público.

 

Jorge Morelli
11 de julio del 2018

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