Martin Santivañez

No es un día, son cinco años

No es un día, son cinco años
Martin Santivañez
03 de junio del 2016

Las terribles consecuencias del odio a una candidata

Los peruanos no tienen que concentrarse solamente en las elecciones del domingo. Los peruanos deben pensar en los cinco años de gobierno que siguen a esa fecha. Un momento concreto, un instante electoral, determina el rumbo del país por 1,800 días. Por eso, el voto debe ser razonado y hemos de sopesar no solo la emoción fugaz del domingo, sino también en los cinco años de ejercicio del poder real.

Y es en esta dimensión que preocupa sobremanera el abrazo de Kuczynski con la izquierda “caviar”. La progresía peruana ha participado directamente del gobierno del Estado durante los últimos quince años, desde Paniagua. Toledo fue su combi, García les regaló puestos, Humala los alimentó en ministerios y consultorías. Gran parte de la ineficacia estatal está directamente vinculada con la presencia de los caviares en el gobierno. Su natural desviación ideológica, su disolvente romanticismo político y la opción por la teoría antes que por la práctica han hecho de ellos una barrera para la construcción de una administración pública eficiente y eficaz.

Por eso, si bien era predecible que una vez más los caviares opten por infiltrar al candidato opositor de Fuerza Popular, lo que resulta alucinante es la respuesta emocionada de Kuczynski. En menos de una semana, el factótum de la derecha, el golden boy del empresariado, el campeón de los vínculos con Estados Unidos, cierra su campaña al grito de “revolución social pacífica”, mientras le da la mano a Verónika Mendoza y todo lo que ella representa. Contemplar como el hambre de poder convierte a un hombre que peina canas en un demagogo abrazado a su Némesis, nos da una idea clara de cómo sería un gobierno basado en la idea transversal del odio a una candidata.

La política del odio solo tiene una consecuencia: la incapacidad. El combo de capitalistas y progresistas estallaría de inmediato si Kuczynski llega a Palacio; y el Perú tendría, en el mejor de los casos, cinco años más de frivolidad e ineficiencia. Cinco años de lentitud y continuismo. Cinco años perdidos para los más pobres del país. Con todo, lo más probable es que quienes hoy apoyan a Kuczynski desde la siniestra decidan, el 6 de junio, radicalizar la oposición para llegar a Palacio el 2021. Y radicalizar la oposición equivale no ya a perder 1,800 días, sino a involucionar veinte años. Ese es el destino trágico de todos los que pactan por el poder sin pensar en el bien común: lo que ganas traicionando tus principios tarde o temprano te consumirá.

Quien entendía muy bien estos argumentos era el propio Kuczynski, y por eso hace cinco años apoyó a Keiko Fujimori ante algo que él mismo calificó como la amenaza “roja y chavista”. ¿Qué le ha pasado desde entonces? El poder, amigos míos, el poder que enloquece al que no lo tiene, hasta el punto de convertirlo en su propio impugnador. A las pruebas me remito:

 

Martín Santiváñez Vivanco

 
Martin Santivañez
03 de junio del 2016

NOTICIAS RELACIONADAS >

¿Quién quiere destruir la Constitución de 1993?

Columnas

¿Quién quiere destruir la Constitución de 1993?

Detrás de toda construcción política existe una i...

26 de septiembre
Un cinco de abril jacobino

Columnas

Un cinco de abril jacobino

  La interrupción de un proceso democrático tiene ...

11 de septiembre
Autocracia o República

Columnas

Autocracia o República

  El imperio de la ley es la característica fundamental d...

04 de septiembre

COMENTARIOS