José Ignacio Tola

“Ni una menos” y la cultura esquizofrénica

“Ni una menos” y la cultura esquizofrénica
José Ignacio Tola
10 de noviembre del 2017

Es nuestra mentalidad la que tiene que cambiar

 

Hay que distinguir las motivaciones rectas detrás del fenómeno “Ni una menos” y aquellas ideológicas. Las primeras las compartimos todos: no puede ser tolerable, en ninguna circunstancia, el maltrato a la mujer en cualquiera de sus formas. La reivindicación legítima de su valor y de sus derechos, sobre todo en una sociedad históricamente machista como la latinoamericana, es algo que nos debe mover a todos. La defensa de la mujer —y, en general, de todas las poblaciones vulnerables—, debería despertar en todos una suerte de “instinto de autoprotección”, innegociable e intransigente.

 

Sin embargo, cuando uno se pregunta sobre los esfuerzos que se están realizando para combatir esta enfermedad, surgen demasiadas preguntas. ¿Por qué, por ejemplo, siguen aumentando en el mundo los casos de violencia sexual, en lugar de disminuir? ¿Por qué si se habla tanto de estos temas —y, al parecer, la inmensa mayoría de la población está de acuerdo en un mismo sentido— el problema se ha vuelto endémico y se sigue expandiendo? Desde hace años, por ejemplo, se viene hablando de las violaciones y crímenes contra las mujeres que se producen durante la fiesta de San Fermín, en España. Hace unos días escuche con horror el testimonio de algunas jóvenes que sufrieron este tipo de violencias en el último año, los cuales despertaron muchos aplausos y palabras de aprobación, desde luego; pero los aplausos y las palabras no son suficientes para cambiar la realidad.

 

Mientras tanto, la ciudad de Medellín condecoró recientemente con el Escudo de Antioquia, categoría “oro”, a un “artista” que desde hace años viene produciendo canciones claramente denigrantes contra la mujer. La última de sus perlas lleva el siguiente estribillo (atención al lenguaje explícito): “Estoy enamorado de cuatro babys, siempre me dan lo que quiero, chingan cuando yo les digo, ninguna me pone pero”. Y les advierto que esta es una de las partes suaves del texto; toda la letra de esta canción, como muchas otras de Maluma, reduce claramente a la mujer a un instrumento sexual sometido al varón y destinado a proporcionarle placer.

 

Pero se trata solo de un ejemplo en una inmensa marea de manifestaciones culturales –si se les puede dar esa categoría– que incluyen la música, el baile, la televisión, la producción cinematográfica y la cultura del entretenimiento en general. En otras palabras, nuestra cultura protesta contra un fenómeno que ella misma está produciendo; es lo más parecido a la esquizofrenia, o una gravísima y culpable hipocresía de la sociedad contemporánea.

 

Además de ello, no se puede obviar algo que es a toda luz evidente: que no solo las mujeres, sino también los niños –hoy en día, en realidad, en mucho mayor proporción– son víctimas de la violencia y del abuso. Estos últimos, además, no solo por parte de los hombres, sino de los adultos en general. En una realidad como la peruana, por ejemplo, tanto hombres como mujeres resultan involucrados en crímenes de explotación infantil.

 

Somos testigos de una epidemia de violencia y de inmoralidad que no tiene que ver solamente con el machismo, sino con el hecho de que la sociedad misma, desde hace años, viene minando los fundamentos de un sistema de valores —como el de la familia— que en el fondo constituyen la única posible medida de contención frente al instinto autodestructivo del ser humano. Queremos hacer negocios con Dios y con el diablo de manera simultánea. En el caso específico de la violencia contra la mujer, se le quiere combatir, pero sin renunciar a toda una serie de apegos y a la mentalidad sexista que la favorece.

 

Hombres y mujeres somos culpables de lo que está pasando. No nos engañemos, para que esto cambie es nuestra mentalidad la que tiene que cambiar, no alguna condición externa. El problema seguirá existiendo mientras haya personas que participan en la marcha “Ni una menos” y luego tararean alegremente las canciones de Maluma.



José Tola

José Ignacio Tola
10 de noviembre del 2017

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