Alonso Pahuacho

Narrar la nación en clave futbolística

Identidad nacional, sociología y psicoanálisis

Narrar la nación en clave futbolística
Alonso Pahuacho
10 de septiembre del 2018

 

En las últimas décadas, la idea de entender el concepto de “nación” como una forma de narración ha cobrado gran relevancia en el ámbito académico, particularmente desde los estudios culturales. Trabajar sobre esta idea implica ocuparse de las diversas historias que las diferentes instituciones cuentan sobre los orígenes de cada una de ellas. Y para el caso peruano, embargados por la pasión que genera la selección nacional luego de Rusia 2018, podemos considerar precisamente al fútbol como una de esas instituciones capaces de “contar” nuestra historia desde el ámbito del deporte, que también construye y reconstruye sus propias prácticas, historias, metáforas, imágenes, mitos y tradiciones inventadas.

Teóricos clásicos y modernos parecen comulgar con la posibilidad de imaginar una identidad nacional en base al fútbol, aun cuando no hayan mencionado exclusivamente a este deporte dentro de su vasta bibliografía. Eric Hobsbawn, seminal historiador británico, parecía confirmar esta postura cuando afirmó, alguna vez, que una comunidad imaginada de millones de seres humanos parecía más real bajo la forma de un equipo de once personas cuyo nombre conocemos. De ello podemos aventurar la siguiente idea: el fútbol es también un dispositivo que imagina (e imaginó) a la nación peruana.

Con todo, el vínculo que puede establecerse entre nación y fútbol no solamente parte del plano simbólico. A esta relación hay que entenderla, además, por el carácter afectivo que surge en los miembros de cada comunidad nacional. Muchas veces, siguiendo al sociólogo argentino Pablo Alabarces, nuestras culturas populares insisten en reivindicar, a cada paso —en la mayoría de las prácticas que contribuyen a conformar su compleja, difícil y hasta contradictoria identidad—, al amor y la pasión como motores de algunas de sus actitudes culturales. Por eso, es menester incluir una perspectiva teórica que sirva como sostén del puente entre fútbol y nación: el factor del goce.

En la mayoría de ocasiones la afiliación nacional no puede sostenerse por identificaciones meramente simbólicas e imaginarias, también requiere una función complementaria de lo que en psicoanálisis se denomina “goce”. Es el griego Yannis Stavrakakis quien, en su libro La izquierda lacaniana, realiza un interesante aporte para entender y analizar a la nación desde una perspectiva que vincula a las identidades con el vector afectivo. La tesis central que guía a Stavrakakis es que existe un afianzamiento de la identificación de un ciudadano con su nación que va más allá del nivel simbólico (estructuras de poder, económicas o históricas). Así, para poder explicar la naturaleza de esta relación se hace necesaria la intervención de una libido que articule todos estos afectos y mantenga unida a la masa, libido que Lacan —después de Freud— volvió a teorizar con su denominada jouissance o goce.

Slavoj Zizek, el muy popular filósofo esloveno, también ha insistido en que la dimensión discursiva no es suficiente para explicar la fuerza de las identificaciones nacionales, debido a que tal énfasis pasa por alto un núcleo no discursivo de goce que debe estar presente para que se logre el efecto de la consistencia ontológica de la nación como entidad discursiva. Con ello, y teniendo en cuenta la visión “narrativa” de explicar la nación, es posible aventurar una tesis que vincule ambas perspectivas, en el sentido en que muchas veces son las propias narraciones acerca de la nación las que producen estos apegos libidinales a los que se refieren tanto Stavrakakis como Zizek. Según el griego, es este “goce nacional” el que permite la longevidad en el tiempo de las identificaciones nacionales, que no merman su fuerza ni resistencia y, por el contrario, se afianzan en las dinámicas de los lazos sociales de la modernidad hacia el futuro.

 

Alonso Pahuacho
10 de septiembre del 2018

COMENTARIOS