Muchos gallos en el gallinero

Candidatos que, sin remordimientos, hacen polvo la política

 

Existe consenso en favor de la ley aprobada por el Congreso que impide postular a cargos públicos a quienes tengan una sentencia firme y consentida por delitos de terrorismo, apología al terrorismo, corrupción de funcionarios, narcotráfico y delitos contra la libertad sexual. Sin embargo, divide a la opinión pública la norma que impide a los movimientos provinciales y distritales participar en contiendas electorales.

 

Para Wilmer Dios Benites, precandidato al Gobierno Regional de Tumbes por el movimiento Faena, la medida es positiva porque fomenta la militancia partidaria y evita el fraccionamiento de los partidos. Coincide con la opinión del alcalde de Selva Alegre (Arequipa), Omar Candia, para quien “la ley consolida el sistema político”. Otros políticos provincianos dicen que la medida es “un golpe a la democracia” y que “servirá para consolidar a los partidos limeños”. Argumentan que la norma restringe la democracia al impedir el derecho ciudadano de participar en cualquier contienda electoral, reduciendo su intervención solo a través de los partidos políticos nacionales dominados por las cúpulas y que niegan la participación de nuevas personas. En la “encuesta” del diario Correo, a la pregunta ¿Está de acuerdo con la decisión del Congreso de eliminar la participación de las organizaciones políticas locales?, un 61.8% respondió que “sí” y un 38.2% respondió que “no”.

 

A nuestro entender, el objetivo de la norma no es otro que “promover organizaciones políticas de carácter permanente” y que cumplan las normas sobre democracia interna para evitar la proliferación de candidatos con ambiciones claramente desmedidas, vistos en el interior del país. Por ejemplo, Kléver Meléndez fue elegido alcalde de Paucartambo la primera vez por el Frente Moralizador, luego por el movimiento independiente Concertación en la Región y, después, elegido presidente regional de Pasco por Todos por Pasco. Meléndez ha sido acusado por delito de cohecho y colusión agravada. Estuvo fugado, luego preso, luego liberado. ¿Quién responde por esa conducta y por esos actos públicos si ese movimiento político ya no existe? ¿Quién asume los pasivos de esa gestión corrupta?

 

Gran parte de los movimientos locales son confederaciones de “independientes” cuyo único afán es “tomar” los gobiernos locales y regionales. Autonomías individuales sin una columna vertebral que los una, sin programas previamente analizados y debatidos, sin una pizca ideológica que les permita discernir entre libertades y sujeciones. Caciques que, sin remordimientos, hacen polvo de la política, de la democracia y de las expectativas de sus vecinos. Adalides del cinismo, demagogia y populismo simplón que se hacen de simpatía entregando, además, dádivas con dineros de dudoso origen. Partidos temporales que se disuelven sin rendir cuentas de nada a nadie, destruyendo el anhelo de buenos ciudadanos de convertirse en autoridad para mejorar sus poblados.

 

Por ejemplo, en Ancash los expresidentes regionales César Álvarez y su movimiento Cuenta Conmigo, y Waldo Ríos y Puro Ancash. También el expresidente regional Yván Vásquez y Fuerza Loretana; y Roberto Torres, exalcalde de Chiclayo, y su movimiento Manos Limpias. Por ellos y otros más, se duda del buen vecino en campaña. “Independientes” investigados y sentenciados por corrupción, obras inconclusas y mal hechas, despilfarro de presupuestos, contrataciones amañadas, nepotismo, asesores fantasmas, laudos arbitrales planeados con antelación, antes de la obra o el servicio.

 

Bien dice, Alfredo Zegarra, alcalde de Arequipa, “muchos gallos en el gallinero”.

 

Manuel Gago