María Cecilia Villegas

Molotov en ciernes

Molotov en ciernes
María Cecilia Villegas
06 de noviembre del 2014

Acerca de los riesgos políticos del debilitamiento institucional y la caída de la economía

El ministro de Economía Alonso Segura sostuvo hace unos días que el Perú ya no tiene vientos a su favor, sino en contra. Esto luego de que en los últimos días el Banco de Crédito del Perú redujera la proyección de crecimiento del Perú de 5.5% en Diciembre del 2014 a 2.8%, y que la Universidad del Pacífico sostuviera que el crecimiento no será mayor a 2.5%. Más aún, el Ministro ha sostenido que es necesario buscar motores alternativos de crecimiento. Esta es la primera vez que el gobierno explica públicamente la realidad de la economía peruana. Las consecuencias de esta desaceleración pueden ser considerables si es que no se toman las medidas adecuadas. ¿Sabía que América Latina ha reducido su crecimiento económico desde el 5,9% del 2010 hasta un proyectado 1,3% para el 2014?

El crecimiento económico trae consigo el ensanchamiento de la clase media y con ella la estabilidad política, social y económica y tiende a alejar del poder a los líderes radicales antisistema. Ello porque una clase media tiene derechos de propiedad que defender y no suele estar dispuesta a arriesgarlos.

En el caso peruano, el crecimiento económico generó una clase media vulnerable que no ha incrementado sus activos mediante mayores niveles de ahorro, o su capital humano mediante acceso a educación o salud de calidad. De acuerdo con un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, la clase media peruana en el 2011 era el 40.1% de la población. Sin embargo, el 38% de los peruanos son considerados como “población vulnerable”. Esto es podrían volver a caer en pobreza ante cualquier eventualidad. El enfriamiento de la economía y las consecuentes pérdidas de puestos de trabajo y la reducción de los ingresos de los emprendedores -formales e informales- sumadas a un sobre-endeudamiento propiciado por la irresponsabilidad del sector financiero, pueden producir shocks externos que pongan en peligro a esa “población vulnerable”. Ello no solo se verá reflejado en un aminoramiento en la lucha contra la pobreza, sino que podría empujar a parte de esa población vulnerable a caer nuevamente debajo de la línea de la pobreza.

La caída del poder adquisitivo de la clase media y el posible aumento de las familias en pobreza tendrían como efecto inmediato el aumento del descontento, mayor precariedad institucional y menor capacidad del estado -al disminuir sus ingresos-  para responder ante la población. Todo ello representa riesgos para la gobernabilidad en un contexto donde muchas alcaldías y algunos gobiernos regionales han sido ganados, o están aún siendo disputados, por autoridades radicales antisistema.

Mientras tanto, la anomia crece en el país con el aumento de la corrupción, la fragilidad institucional, la impunidad, el deterioro político y la falta de confianza de los ciudadanos en el estado. Súmele a ello la infiltración en los distintos estamentos del estado del crimen organizado, el narcotráfico y la minería ilegal. El estado peruano no ha sido capaz de responder y enfrentarlos con las herramientas que el estado de derecho le proporciona. Por el contrario, ha debilitado aún más sus instituciones. ¿Quién confía hoy en la policía, la fiscalía o el Poder Judicial? ¡Cuidado! La anomia y el debilitamiento de las instituciones, sumado al descontento de los ciudadanos por la caída de la economía, es la fórmula perfecta para el surgimiento de opciones radicales cuestionadoras del estado de derecho y la democracia.

Por Ana Luisa Guerrero

6 - nov - 2014

María Cecilia Villegas
06 de noviembre del 2014

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