Guillermo De Vivanco

Miserable corrupción

Miserable corrupción
Guillermo De Vivanco
26 de marzo del 2015

Sobre cómo la corrupción acusa y encarcela, sin pruebas, a personas inocentes.              

Leyendo “Morir Dos Veces”, la bien documentada investigación de Humberto Jara sobre la muerte de la cantante Edita Guerrero queda una vez más en evidencia la corrupción judicial y policial, el uso político de “cortinas de humo” y la falta de escrúpulos de cierta prensa que se nutre del morbo buscando lucro a cualquier costo. No interesa dañar honras, destruir familias ni acusar inocentes.  El derecho a la presunción de inocencia fue groseramente ignorado.

Hoy sabemos, gracias a la acuciosa labor de Jara, que  aquella acusación anónima contra Paul Olórtiga estaba plagada de falsedades que la policía pudo desvirtuar de inmediato y no lo hizo. Jara desbarata uno a uno los puntos que contiene la acusación y prueba que contenía información que solo la familia Guerrero conocía, por lo que deduce quienes serían los responsables de este infundió.

Es evidente que la perito Rosario Medina Aparcana no estaba capacitada para hacer una necropsia, por eso su informe no fue reconocido por el Instituto de Medicina Legal de Lima. Dicho informe fue redactado en la oficina de su amiga la fiscal Victoria Allemant Luna, y entregado sin lacrar, sin el formato oficial y sin respetar los protocolos legales. Además ocultó las cuatro radiografías tomadas a Edita que mostraban claramente que no hubo lesión alguna en la primera vértebra. (Que hubiera significado muerte instantánea). Medina exhumó el cadáver sin la necesaria e imprescindible historia clínica del occiso, como exige la ley, y estableció rotura de la primera vértebra contradiciendo las ocho radiografías que desvirtuaban este hecho.

Los atropellos continuaron con la conferencia de prensa del fiscal de la nación, Ramos Heredia, en la que éste, a pesar que el procedimiento estaba viciado, validó y respaldó a la “perito”. Como dice Jara,  en un sólo acto,  juzgó, condenó y destruyó la  honra de Paul Olórtiga ante el cadalso de la prensa. En su desesperado intento de respaldar actos ilícitos y procedimientos viciados, Heredia adelantó opinión y calificó el supuesto delito como feminicidio. También denunció el asesinato de tres testigos sin proceder luego a ninguna investigación (¿?).

El oportunismo mediático continuó con el  ministro Urresti, quien  dispuso de “inteligencia” y un equipo de mas de 40 agentes para ubicar a Paul Olórtiga. Luego la ministra Carmen Omonte declaró que se estaba evaluando donde irían los hijos pequeños de Paul y Edita. Demostrando ignorancia dolosa ya que eso sólo compete a un juzgado de familia, y no a su ministerio.

La sociedad de la fiscal Allemant Luna y la perito Medina Aparcana  volvió a hacerse evidente en el caso del asesinato de Victoria Lara Ñopo, ocurrido el 21 de febrero del 2010, en Cañete. Pese a que se halló semen y sangre de la victima en el domicilio  del Ing. Abel Vidal Valdez Guerra y a que éste aceptó su participación, la dupla Allemant-Medina, liberaron al autor confeso y acusaron sin prueba alguna a Walter Flores, quien se encuentre desde hace 5 años purgando carcelería injusta por un crimen apañado por la fiscalía y la perito.

Finalmente la carta anónima que sirvió de coartada para esta codiciosa patraña fue redactada por la familia Guerrero. La motivación fueron 15 millones de soles que pidieron de reparación civil a la clínica Belén, recientemente adquirida por el Grupo Romero. Al descubrirse la patraña, llena de  testigos y testimonios falsos, al hermano mayor  Lorenzo Guerrero Neira, se vio obligado a reconocer que nunca vio hematomas o heridas producto de una golpiza y que su hermana murió de un aneurisma.

Estoy seguro que cuando Paul Olórtiga sea juzgado, su defensa  desvirtuará la acusación. Sin embargo hay culpables  inescrupulosos de difamación y de linchamiento mediático en agravio de Paul Olórtiga y su familia:  Reporte Semanal del Canal 2,  los diarios Correo y Karibeña, la familia Guerrero, el fiscal de la Nación, la reportera María Horna, el ministro Urresti, y la ministra Omonte. Por supuesto, ellos nunca se disculparán. Cualquiera de nosotros puede convertirse en un Paul Olórtiga o una Rosario Ponce mientras no sancionemos a estos corruptos.

Por Guillermo de Vivanco Roca Rey
26 - Mar - 2015  

Guillermo De Vivanco
26 de marzo del 2015

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