Minería más allá del apasionamiento

En el Perú, la minería es una gran oportunidad

Ciertamente, la minería desata pasiones. Y las pasiones se suelen distanciar de la razón, se manifiestan a favor o en contra sin analizar los puntos de vista de unos y otros. Sobre la minería se demanda asunción de responsabilidades respecto de un pasado incierto, el cual es sacado de contexto.

Por ejemplo, nunca se señala que de la misma manera que se hacía en el Perú se hacía minería en todos los demás países y que, como todas las actividades, los procesos han evolucionado. En el Perú, la minería es quizás la industria que incorpora permanentemente más tecnologías modernas para mantenerse vigente, porque su competencia es global y su sostenibilidad depende de cuán competitiva sea su operación, y no la ley de mineral que se halla en un yacimiento.

También se dice que la minería transforma el paisaje. Efectivamente lo hace, pero eso no implica que al momento del cierre de operaciones de una mina no se le pueda dar un uso adicional, mejor y más útil. Hay tajos en el mundo que han sido inundados para ser empleados como reservorios, o galerías de minas que son empleadas por la actividad turística para dar a conocer cómo es que hemos evolucionado en la extracción, procesamiento y refinación de los metales.

Faltando a la verdad, se señala que la minería y la agricultura no pueden convivir, pero resulta que hay innumerables ejemplos en el mundo de que la convivencia entre la minería y la agricultura resulta beneficiosa para ambas actividades. Una potencia a la otra. ¿De qué manera? De muchas formas. La minería requiere sistemas de comunicación, tanto virtuales como físicos: carreteras, telefonía, medios de transportes; además de electricidad, la cual se debe adquirir o generar, entre otros.

Toda la infraestructura, de la que no se disponía previamente, permite que centros poblados se interconecten, consiguiendo un acceso al mercado más conveniente y, por consiguiente, ventajas respecto de quienes no cuentan con tales facilidades. Asimismo, la minería genera un mercado de consumo local, importante para zonas donde el flujo comercial es generalmente menor.

Por eso es que la agricultura y la minería se complementan, ya sea porque la minería requiere de la provisión de alimentos para su personal, o porque la agricultura requiere de equipos metálicos (tractores, cosechadoras, empacadoras, cámaras de frío, etc.) que le permite hacer surcos y llevar el agua desde un punto a otro.

Nos hemos preguntado ¿por qué los países más desarrollados y que disponen de potencial geológico lo aprovechan al igual que sus recursos, agropecuarios, forestales y otros? Lo hacen porque parten de la premisa de que todo suma, tanto el potencial geológico ubicado en el subsuelo como las potencialidades que se encuentran en la superficie y, modernamente, aquello que se encuentra sobre la superficie, pero que impacta favorablemente a quienes habitamos en el planeta. Me refiero a la generación de energía eólica, solar, etc.

Disponer de todas las potencialidades existentes demanda una preparación adecuada para contar con investigadores, así como el financiamiento sostenible (de mediano largo plazo) que permite llevar a cabo ejercicios de ensayo-error hasta lograr un aprendizaje satisfactorio y, por consiguiente, la posterior aplicación rentable del conocimiento generado para que el conjunto de la sociedad se beneficie.

En el Perú, la minería es una oportunidad. El pasado no volverá a repetirse. El pasivo que se suele remarcar solo podrá ser superado con inversión, y el paso previo para disponer de esta última es la generación de los recursos a invertirse, frente al cual el discurso ambientalista o antiminero no representa una alternativa.