Dante Bobadilla

Militantes de causas cursis

Militantes de causas cursis
Dante Bobadilla
25 de agosto del 2016

Personas enajenadas que buscan alguna razón a su existencia

Un hombre llama a la radio para decir con voz exaltada que no está de acuerdo con la distribución gratuita de la píldora del día siguiente. Me pregunto por qué le importa el asunto, si nunca tendrá que tragarse una de esas píldoras. Pero no es el único. Hay millones de personas metidas en el pleito sin que sea un asunto suyo. En las redes leo mensajes que hacen afirmaciones tremebundas sobre estas píldoras, todas falsas o exageradas. Parece que una fatalidad está por caer sobre sus cabezas, y en realidad no ocurre nada de eso. ¿Qué les pasa a todas estas personas?

La famosa píldora del día siguiente se vende libremente en todas las farmacias desde hace muchos años y cualquiera puede comprarlas. Ni siquiera son caras. ¿Qué cambia el hecho de que el Estado pueda distribuirlas en sus dependencias de salud? Absolutamente nada, salvo el hecho de que las mujeres pobres podrán beneficiarse si fueron violentadas por un marido borracho y no quieren salir embarazadas. ¿Es esto grave? No. Para nada. Al contrario. Es muy bueno. Pero hay mucha gente adoctrinada con una ideología cursi que no sirve absolutamente para nada a la sociedad, y que son importantes nada más que por su número.

El hecho de que mucha gente crea en una barbaridad no convierte esto en una verdad. Sigue siendo una barbaridad. Pero cuando una mayoría cree en algo, son capaces de imponerlo como la verdad, si no hay nadie capaz de enfrentarlos. Muchos han pagado con sus vidas por intentarlo en el pasado. En estos días existen maneras más sutiles de ejecutar a un disidente. Créanme: la cofradía de la verdad absoluta no deja de ejercer su poder.

Siempre me ha preocupado la gente que abraza causas extravagantes. Cualquier causa que no le atañe directamente a una persona es extravagante. Vemos gente empeñada en salvar el planeta, los animales, el medio ambiente, los nativos o los fetos, entre muchas otras causas igual de ridículas. Creen, por ejemplo, que apagando sus luces una hora, salvarán el planeta. Algunos combaten al capitalismo con los mismos fines, mientras que otros creen que la vida humana, en abstracto, debe ser defendida por encima de cualquier medida anticonceptiva o de planificación familiar, sometiendo incluso la voluntad de la mujer.

Son personas que necesitan buscar alguna razón a su existencia y que ante la incapacidad de hallar una buena razón para su vida, acaban abrazando causas que consideran superiores. He encontrado mucha gente que no concibe su vida más allá que en el servicio a una causa “trascendental”, como un “dios personal” o alguna meta abstrusa que va más allá de su propia existencia individual. Son enajenados que se entregan a una causa para volverse piezas de una maquinaria superior, con el propósito de otorgarle significado a su existencia vacía. Solo conciben su sentido en tanto son parte de algo mayor, como ocurre con las células en un cuerpo. En una escala social ocurre exactamente lo mismo, aunque inconscientemente.

De otro modo no se entiende que haya tanta gente oponiéndose a algo que no le atañe. Son víctimas de una maquinaria ideológica que impregna las conciencias desde la primera infancia sin que nadie pueda impedirlo. De todas las causas cursis que la gente tiende a defender, la de la “vida” me parece la más ridícula. ¿Cómo se puede defender la vida en abstracto? Uno puede defender su vida, o la de los suyos, si existe un peligro inminente. Pero ¿cómo defender la vida en abstracto? Es algo que carece de sentido. La “vida humana” va a parar al inodoro todos los días por causas completamente naturales de una mujer, sin que nadie lo perciba y sin que merezca comentario alguno o marchas de protesta. En este mundo la vida y la muerte se alternan inevitablemente cada día y sin que nadie pueda impedirlo. ¿No es una soberana estupidez pretender imponerle a todos una ideología de la vida, mientras recusan la “ideología de género” de los que desfilan por la vereda de enfrente? La verdad es que ya estamos hartos de tanta ideología y de tantos militantes de causas cursis. Dejemos que las personas se hagan cargo de sus propias vidas y que cada quién decida lo mejor para sí.

Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
25 de agosto del 2016

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