Fernando Vigil

Mi derecho a consumir basura

Mi derecho a consumir basura
Fernando Vigil
08 de octubre del 2015

Los peligros de pretender regular o censurar los programas de televisión

Susy es lectora compulsiva de la literatura de autoayuda y superación personal. Sus escritores favoritos son Cuauhtémoc y Coelho. Su amigo Pepe, amante de la literatura postmoderna, gran lector de James Joyce y Julio Cortázar, califica a los libros que ella lee como "literatura basura", por lo simplista de sus conceptos, lo plano de su prosa, su falta originalidad y su pobre riqueza en el lenguaje.

Lo mismo le ocurre a Lalo, cuando escucha latin pop y reggaetón, y es cuestionado por su padre –quien goza escuchando las piezas clásicas de Mozart y Rachmaninoff– por escuchar "basura musical".

Aquellos jóvenes que prefieren ver programas de televisión protagonizados por modelos que muestran sus músculos y curvilíneas figuras son criticados por quienes prefieren ver muerte y sangre en The Walking Dead, o violencia y situaciones con contenido sexual explícito en The Game of Thrones.

Como vemos, calificar a algunos gustos como "basura" es bastante relativo, y está sujeto a valoraciones subjetivas. Lo que para ti es basura, para mi no lo es. Por ende, es peligroso y arbitrario privar a las personas de sus placeres (mientras no atenten contras las libertades de los demás).

La denominada "televisión basura" es una televisión de un contenido "degradante" para muchos; y existe porque existen millones de personas ávidas de consumir "el morbo" –porque así somos los seres humanos– que los canales de televisión, a través de su programación, les pueden ofrecer.

En una sociedad libre, en donde el consumidor decide el destino de las empresas, esto no estaría mal. Sin embargo, si estos contenidos van en contra de la moral o las buenas costumbres, por ejemplo la violación del “horario de protección al menor”, con contenidos violentos, obscenos o de otra índole que puedan afectar los valores inherentes a la familia, los niños y los adolescentes, dentro un horario establecido, definitivamente deberían de ser sancionados. Pero cuando esto no pase, la censura o prohibición de muchos de estos programas por parte del Estado, es un grave riesgo para la libertad de expresión y la libertad de los ciudadanos que desean consumir lo que les da la gana.

Vale recordar lo que pasó en algunos países socialistas –autodenominados "moralistas"– como Venezuela, donde empezaron censurando a las telenovelas, luego pasaron a censurar a los programas que se oponían a su causa, y finalmente terminaron expropiando canales de televisión.

Todos queremos el cambio, pero nadie está dispuesto a cambiar primero. En ese sentido, debemos entender que la televisión no tiene la obligación de educar, esa es la tarea de los padres y/o nuestra tarea (si “supuestamente” nos consideramos hombres conscientes).

Por eso quisiera sugerir algunas recomendaciones: 1. Educa a tú a tus hijos, y censura los contenidos a los que pueden acceder (fomenta el hábito por la lectura en casa). 2. Cambia de canal. 3. Apaga la televisión. 4. No compres una televisión o bota la que ya tienes. 5. Contrata servicio de cable y accede a contenidos de calidad. 6. Vivimos en un mundo globalizado, usa el internet y accede solo a los contenidos que deseas. 7. No tienes dinero para los servicios de cable o internet, compra un libro (aunque sea usado o pirata). 8. No tienes dinero para un libro o nadie te quiere prestar uno, ve a la biblioteca, es gratis.

En el Perú, es de facilistas echarle la culpa a la “televisión basura” por nuestra deficiencia educativa y por quedar en los últimos lugares en las pruebas de PISA, pero nuestra educación es pésima desde hace casi 50 años, cuando muchos de esos programas basura no existían, es más, la mayoría de estos son formatos comprados de países que salieron mucho mejor que nosotros en esas pruebas. ¿La culpa es de la televisión o de sus consumidores?

No podemos negar que hay bastante basura en muchos medios de comunicación, y que indigna ver contenidos tan paupérrimos y aberrantes, sin embargo nadie te obliga a consumirlos, es más, en una sociedad libre cada quien tiene derecho a consumir la basura que le dé la gana –a pesar que eso los vuelva más idiotas– y todos tenemos la obligación de respetar eso aunque no nos guste.

El problema no es la “televisión basura” sino la gente que la consume. Si no nos gusta la "televisión basura", simplemente dejemos de consumirla, apaguemos la televisión y encendamos nuestro cerebro con un libro. Como consumidores tenemos la última palabra y somos la solución para erradicar la basura de la televisión.

Por: Fernando Vigil

 
Fernando Vigil
08 de octubre del 2015

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