Carlos Sotomayor

México en su laberinto

México en su laberinto
Carlos Sotomayor
15 de julio del 2015

Reflexiones en torno a la escandalosa fuga del narco “Chapo” Guzmán

Contra las cuerdas. Así se encuentra México frente al crimen organizado. Las redes del narcotráfico se han enquistado hasta en las más altas esferas del poder político. Lamentable, pero cierto. La reciente y escandalosa fuga de Joaquín Guzmán Loera, más conocido como el “Chapo”, del penal de alta seguridad El Altiplano no hace sino refrendar lo terrible de la situación.

No es la primera vez que el Chapo, haciendo alarde del poder del dinero del narcotráfico, escapa de una cárcel. En 1993 fue capturado y sentenciado a 20 años de prisión. Sólo cumplió ocho. La leyenda dice que salió subrepticiamente metido en un carrito de lavandería. Otros más avezados, pero quizás más cercanos a la verdad, sostienen que debió haber salido en auto o, incluso, en helicóptero. Sobornos de por medio, claro.

Ahora todo ha sido mucho más rápido y con mayores matices cinematográficos: a través de un túnel construido con todas las comodidades para un escape tranquilo. La pregunta cae por sí sola. ¿Nadie se dio cuenta –de las autoridades y efectivos que custodian el penal– de la construcción de un túnel que no se erige de la noche a la mañana? Una pregunta que aquí, como recordarán, nos hicimos cuando el emerretista Víctor Polay fugó de la cárcel durante el primer gobierno aprista. ¿Hasta dónde llegan los tentáculos del cártel de Sinaloa? ¿De dónde viene la ayuda y por qué?

El periodista Don Winslow se arriesga a buscar respuestas y sus teorías no son nada descabelladas. El plantea que el gobierno mexicano, ante la violencia brutal de varios cárteles como el de Tijuana, el de Juárez o los famosos Zetas, habría optado por tender una alianza estratégica con los “menos malos”, digamos. El mal menor.

Winslow muestra elementos concretos: el bajo índice de droga confiscada al cártel de Sinaloa, a diferencia de los otros grupos delictivos. Otro dato a tener en cuenta: la temible extradición a los EEUU y la rapidez con la que rivales del Chapo fueron enviados a cárceles –allí sí de máxima seguridad– en Texas y en Colorado. Nos referimos a Osiel Cárdenas (Cártel del Golfo) y Benjamín Arellano (Cártel de Tijuana).

Y para cerrar el círculo: la reciente y fácil huida del Chapo. Una cosa es que haya malos funcionarios sobornables por el crimen organizado y otra, que el mismo gobierno, como un último recurso, firme esta suerte de pactos con mafiosos como el Chapo. Si los buenos, o supuestos buenos, tranzan con los malos… quién podrá defendernos.

PD: Tras mi artículo último sobre el fallo de la CIDH y los Comandos Chavin de Huántar, recibí buenos comentarios y otros que, pese a la claridad de lo expuesto, evidencian que sus posturas radicales les impide ver lo evidente. Vía Twitter, una persona me dice algo así: “Ya vendrá Keiko (Fujimori) para romper con esa farsa de la CIDH e indemnizar a los Comandos. Gracioso comentario, sin duda. Habría que preguntarle dónde quedó el millón de dólares que un diario japonés donó para los Comandos durante el gobierno de Alberto Fujimori. A los bolsillos de los héroes no llegó ni un centavo de dólar.

Leí un artículo de un periodista hace poco que repite los mismos disparates ya comentados con argumentos tan hilarantes que se caen solos. De qué está hablando él, me preguntó al finalizar la lectura. Quizás lo comente más adelante.

Por Carlos M. Sotomayor

15 – Jul – 2015

Carlos Sotomayor
15 de julio del 2015

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