Fernando Vigil

Messi y la justicia social

Messi y la justicia social
Fernando Vigil
29 de octubre del 2015

Sobre el uso de la coerción como medio para alcanzar la “igualdad”

Posee una habilidad técnica excepcional, un pierna zurda extraordinaria y precisa, (aunque maneja a la perfección ambos perfiles), una velocidad avasalladora y una capacidad creativa que no se detiene. A pesar de su baja estatura, su inteligencia motora, superior a la de los demás futbolistas, le ha permitido convertirse en el mejor futbolista del planeta en esta era, y quizás en el mejor de la historia. Él es Lionel Messi.

Hace unos días la web española Sportyou reveló los sueldos de los jugadores del F.C. Barcelona. El mejor equipo de fútbol de nuestro tiempo cuenta con una planilla dorada. Entre salarios y amortización de fichajes, el club ya ha gastado más de 388 millones de euros, de los cuales, cerca de 249 millones corresponden sólo a los salarios de sus futbolistas. Y Messi está en la cima de la planilla, percibiendo un total de 21.2 millones de euros netos por campaña, es decir, casi 2 millones de euros mensuales.

Según el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) promedio en Latinoamérica es de 354 dólares, es decir 4,248 dólares anuales. Si comparamos la remuneración anual promedio del común denominador de latinos con el sueldo de Messi, a él le tomaría tan solo 3 minutos ganar esa cantidad, sin embargo a nosotros nos tomaría 3,634 años ganar su salario anual. Quiere decir que para poder igualar el sueldo de la estrella máxima del Barza tendríamos que haber comenzado a trabajar en el año 1619 a.C.

A muchos ciudadanos de a pie un sueldo de esta naturaleza podría parecerles un golpe a la pobreza, e incluso injusto, porque no conciben la idea de que un profesional o un técnico que pasó varios años capacitándose y que trabaja más de 8 horas diarias, gane millones de veces menos que un futbolista.

Este sentir, entendido como búsqueda de “justicia social”, ha sido recogido por algunos políticos que lo han utilizado para manipular la forma en que los ciudadanos perciben la realidad, convirtiéndolo en el arma fundamental del discurso político de izquierda; arma letal que pone en riesgo el bienestar de las sociedades.

Esta izquierda sostiene que el Estado –mismo Robin Hood- debería hacer algo para evitar semejante “injusticia” en los ingresos, quitándole al rico para darle al pobre. Esto es lo que ellos llaman la “redistribución de la riqueza” o la “base de la justicia social”.

Tal vez a muchos esto les parezca razonable, pero carece de lógica económica y materializa lo que se busca combatir: la injusticia.

Siguiendo los planteamientos del filósofo norteamericano Robert Nozick, quien en 1974 publicó su famoso libro “Anarquía, Estado y Utopía”, que cuestiona la “Teoría de la Justicia” de John Rawls, surgiendo así la famosa discusión conocida como la “objeción de los talentos”; tenemos que comprender que es imposible identificar dónde se encuentra el límite entre lo socialmente justo e injusto, y por ende, es imposible que exista un juez encargado de corregir esa injusticia.

Sin embargo, esas atribuciones se las ha tomado todo el tiempo el Estado a través de burócratas iluminados que deciden qué es justo. Y estos podrían decidir de la siguiente manera: una opción extrema sería ordenar que le rompan una pierna a Messi para equiparar su productividad con la del común de los trabajadores, y otra opción sería quitarle una parte de sus ingresos mediante impuestos. Felizmente deciden por lo segundo, pero en ambos casos podemos ver que la base de la “justicia social” se encuentra en la coerción, es decir el uso de la fuerza, lo cual es una clara violación al derecho de Messi a la propiedad sobre su talento.

Si Messi gana lo que gana es porque existen millones de personas en el mundo que, actuando libremente, han decidido ver los partidos que él juega, comprar sus camisetas, y comprar las marcas que él promociona. Estos hombres libres, que ni se conocen entre sí, han decidido, sin ningún tipo de coacción, reconocer el talento de Messi por la satisfacción que les produce su trabajo como futbolista. ¿Es esto injusto? Obviamente no.

Por: Fernando Vigil (@fernandovigilr)

Fernando Vigil
29 de octubre del 2015

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