Neptalí Carpio

Meritocracia e igualdad de oportunidades

Meritocracia e igualdad de oportunidades
Neptalí Carpio
08 de septiembre del 2017

Para no caer en los problemas que actualmente tiene Chile

El debate sobre la conveniencia y los límites de la evaluación de los maestros trae consigo la necesidad de institucionalización de un régimen meritocrático y que, en el sector educación, debe tomar cuerpo en la generación de un segmento de alto desempeño, sustento de una calidad de enseñanza sostenible en el tiempo. Pero este debate no solo es nacional, sino internacional. Es actualmente uno de los temas centrales en Chile, donde sí funciona un régimen meritocrático, pero no ha resuelto los problemas de desigualdad y segregación social, situación que viene provocando una prolongada protesta social, que lleva ya más de dos décadas.

La base de la tensión en Chile radica en que solo 45,000 personas, entre casi siete millones de trabajadores, ganan seis millones de pesos o más, mientras los demás tienen bajos salarios. En el Perú, en cambio, en la burocracia civil predomina un sistema clientelar —bajo el principio de estabilidad absoluta— y con una variedad de modalidades de contratación que bloquean al régimen meritocrático. Sin embargo, nada garantiza que, al pasar de un sistema clientelar a uno meritocrático, no ocurra más tarde en el Perú lo mismo que en Chile, con lo cual aparecerán nuevas formas de conflictos sociales en las próximas décadas. Sobre todo, en un sistema educativo en el que se ha consolidado un segmento privado de colegios, institutos y universidades en los que predomina el mercantilismo educativo.

Es aquí donde cobra sentido que un sistema meritocrático en el sector educación esté necesariamente asociado a otros dos factores: a) La creación de un sistema que genere igualdad de oportunidades para acceder a través de mecanismos de calificación y evaluación a una enseñanza de calidad y b) El fortalecimiento del sistema de redistribución de la renta nacional que permita que la educación pública en el Perú obtenga un financiamiento de acuerdo con estándares internacionales. Los éxitos de la educación en Finlandia, Singapur, Cuba, China, India y otros países no solo se deben al hecho de que funciona un sistema meritocrático de enseñanza de alta calidad, sino que además la carrera docente tiene gran prestigio y el docente es el profesional mejor asalariado de la sociedad.

En el caso de Finlandia, en cada aula y por cada materia trabajan tres maestros; en España, dos. En el Perú solo uno, y hay 160,000 maestros contratados que en la práctica “cachuelean” en colegios públicos y privados. En nuestro caso, ser maestro de escuela es una profesión bastante traída a menos. En consecuencia, pretender construir un régimen meritocrático con un piso salarial e infraestructura tan precarios no permite hacer sostenible este tipo de sistema y, por el contrario, crea el caldo de cultivo para una predica extremista a nivel sindical. Tal como lo venimos viviendo desde 1972, en que se fundó el SUTEP, y ahora en el 2017 con vertientes más anarquistas.

Hay que construir un sólido trípode: meritocracia, igualdad de oportunidades y alta capacidad de redistribución del Estado para financiar la educación. Esa es la clave del éxito. Si falla uno de los tres, tarde o temprano todo el sistema meritocrático que se quiere construir se vendrá abajo.

En el caso de la evaluación docente, la igualdad de oportunidades se refiere básicamente a seis aspectos que deben “emparejar la cancha” para que los profesores compitan en igualdad de condiciones: 1) El uso de sistemas de evaluación realmente validados. 2) El efectivo uso de estándares profesionales para la planificación y el mejoramiento de los sistemas educativos. 3) La determinación de criterios claros, válidos y aplicables para realizar la evaluación del desempeño de los maestros. 4) La capacitación en evaluación para los evaluadores. 5) La consideración del contexto del aula y la escuela en la realización de las evaluaciones. 6) Una base teórica consistente para las evaluaciones.

Solo así el proceso de evaluación docente será un proceso sistemático de obtención de datos válidos y fiables, con el objetivo de comprobar y valorar el efecto educativo que produce en los alumnos el despliegue de sus capacidades pedagógicas, su emocionalidad, responsabilidad laboral y la naturaleza de sus relaciones interpersonales con alumnos, padres, directivos, colegas y representantes de las instituciones de la comunidad.

Y en este escenario la meritocracia docente será parte de un proceso legítimo, con reglas claras y en una situación en la que el salario docente se eleva de conformidad con el principio de “a cada cual según su capacidad”. Si en el Perú se logra esto habremos superado experiencias como la de Chile y no tendremos los problemas de alta desigualdad social en la educación que el país del sur tiene y que ahora no sabe cómo resolver.

Neptalí Carpio

 
Neptalí Carpio
08 de septiembre del 2017

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