J. Eduardo Ponce Vivanco

Mercosur: las maldades se pagan caro

Mercosur: las maldades se pagan caro
J. Eduardo Ponce Vivanco
08 de julio del 2016

Venezuela está a punto de retirarse de este bloque económico

Cuando Uruguay y Argentina anunciaron que, por rotación alfabética, Venezuela asumiría la presidencia pro tempore del Mercosur el 12 de este mes, el canciller de Paraguay dijo que su país no acepta traspasar esa función a un gobierno que “está buscando el cierre de un poder del Estado a través del Supremo Tribunal de Justicia: el cierre de la Asamblea Nacional, que es la voz del pueblo”. Agregó que no fue consultado e informó haber conversado con el canciller del Brasil, quien también se sintió “sorprendido” por la noticia.

Desde Bruselas, el presidente de Argentina descartó un cambio tan inoportuno, adelantando que Uruguay mantendría la presidencia temporal o que esta se trasladaría a Buenos Aires. Después Macri visitó oficialmente la UE para empujar el postergado acuerdo comercial con el Mercosur. Pero Maduro —que se opone al acuerdo— anunció que por “problemas de agenda” (¿?) no estaría en la reunión de jefes de Estado, en la que debía tomarse la decisión. Finalmente, la cumbre no se realizará. Para disimular el bochorno, el problema será considerado por los cancilleres que, a pedido del Paraguay, se reunirán en Montevideo el lunes 11, para tratar la situación venezolana y la posible aplicación de la cláusula democrática del Mercosur (Protocolo de Ushuaia), lo que debería determinar la suspensión de Caracas.

Después de abandonar la Comunidad Andina, Hugo Chávez forzó su entrada al Mercosur con la dolosa complicidad de los entonces presidentes Dilma Rousseff, Cristina de Kirchner y José Mujica. Contrariando normas jurídicas expresas, se valieron de la destitución constitucional del presidente izquierdista Lugo y suspendieron la membresía de Paraguay, para que no pudiera obstruir el acceso de Venezuela. Una grosera manipulación que están pagando caro. Han bastado cuatro años para que los cambios políticos y económicos regionales enmienden la insensatez de la alianza Mercosur - ALBA, que supeditaba el destino de las naciones atlánticas al proyecto geopolítico y los caprichos ideológicos de sus líderes.

La humillación del chavismo es muy fuerte. En visita a Montevideo, Serra declaró su preferencia de postergar el traspaso de la presidencia hasta agosto, cuando vence el plazo para que Venezuela cumpla “requisitos normativos” pendientes desde su acceso. La canciller de Maduro ha rechazado “las insolentes y amorales declaraciones del canciller de facto de Brasil, José Serra”. Esta violenta reacción indica que Caracas optará por retirarse del Mercosur. Un merecido final para el descaro con que Chávez irrumpió en un sistema de integración que proscribe formalmente la membresía de pseudodemocracias que violan los derechos humanos.

Así llegamos al preludio de lo que pronto ocurrirá en Unasur, la última fortaleza regional de Maduro, su actual presidente rotativo. Él capitaneó el nombramiento del secretario general Ernesto Samper, cuyo mandato termina el próximo septiembre. No lo sucederá otro incondicional de Venezuela y el ALBA. Esa elección sudamericana será instrumental para rescatar un organismo que debería convertirse en un mecanismo eficaz de las naciones, por ahora en manos del chavismo y sus aliados en desgracia.

J. Eduardo Ponce Vivanco

(Publicado en Infolatam)

 

 

J. Eduardo Ponce Vivanco
08 de julio del 2016

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