Mensaje para el crecimiento

Cuando uno asume una función de gobierno se tienen dos compromisos que cumplir: 1) el mantenimiento de la gobernabilidad, 2) Impulsar el crecimiento que permite la generación de bienestar para la población. La gobernabilidad no está exenta de riesgos, y siempre habrá quienes busquen alcanzar alguna ventaja. ¿Cuál es la garantía que tiene el gobernante? La legitimidad de su mandato y poner en práctica el acatamiento de la ley. ¿Qué mensajes debe transmitir un mandatario a sus ciudadanos para que se consolide en el ejercicio del poder? Capacidad para escuchar, reflexionar, enmendar y firmeza una vez que toma decisiones. Un gobernante que está en constante evaluación de sus propias decisiones transmite inseguridad o poca certeza de aquello que está emprendiendo. Tengamos presente que todo proceso de cambio amerita un período de maduración.

La actual administración gubernamental ha tenido que enfrentar varios desafíos, especialmente el déficit presupuestal que se arrastra por los desaciertos de la administración Humala-Heredia, pasando por la de Pedro Pablo Kuczynski. El déficit no es más que incurrir en mayores gastos con relación a los ingresos recibidos. ¿Cómo se corrige? a) Mediante emisión inorgánica que genera la indeseable inflación. b) Incremento de las tasas impositivas, como se ha hecho con el Impuesto Selectivo al Consumo y el Impuesto a la Renta reformulado. c) Promoviendo la inversión para que se dinamice la economía y, en consecuencia, los ingresos del Estado se incrementen, se cierre el déficit fiscal y el Estado obtenga mayores ingresos para destinarlos a realizar obras públicas socio-productivas.

¿Qué sucede cuando ninguna de estas decisiones se asume con certeza? La incertidumbre se acrecienta en los agentes económicos (inversionistas), quienes retrasan sus decisiones de inversión hasta que el Gobierno defina cuál será el rumbo a seguir. Si hay menos inversiones la economía se ralentiza, se vuelve lenta; y al no haber inversiones (públicas y privadas) la economía se contrae progresivamente. El aumento de tasas impositivas resulta inoperativo porque se termina recaudando menos de lo esperado, y el número de consumidores de bienes sujetos a un mayor impuesto selectivo deja de adquirirlos. En consecuencia, la opción “b” fracasa. La “a” afortunadamente se encuentra descartada.

La opción razonable de mediano y largo plazo es la “c”. Quizás implementarla implique algún ruido político, pero compensarlo depende —en gran medida— de la capacidad de comunicar del mandatario. De explicar, por ejemplo:

“El objetivo nacional es el crecimiento porque genera empleo productivo, porque afirma positivamente a las personas haciéndolas dueñas de su propio destino. Las opciones que tenemos es pasar los próximos tres años sin tomar medidas trascendentales y esperar que la economía colapse presa de la inflación, el descontento y agudización de los conflictos. En la fecha, he tomado la decisión de dar pase a inversiones que generarán miles de puestos de trabajo en tales sectores económicos. Estimamos que la recaudación se incrementará cerrando el déficit fiscal. Los mayores ingresos serán destinados prioritariamente al desarrollo de infraestructura hídrica para consolidar la expansión que viene presentando el sector agropecuario. Sustentamos el crecimiento económico en la minería porque atrae mayores y prontas inversiones, pero la emplearemos como una palanca para impulsar la diversificación productiva, empezando por la agricultura. Compatriotas, tengamos presente que tanto la agricultura como la minería son intensivas demandantes de productos industriales producidos en el país. Tenemos la convicción de que este conjunto de medidas contribuirá a revertir la situación actual, por lo que desde el Estado nos comprometemos a garantizar el crecimiento y el orden para construir juntos el país que todos anhelamos”.