Mal de altura

Tachas, desplantes públicos y otros avatares de estas elecciones

La primera demostración pública antivoto en este proceso electoral la protagonizó un numeroso grupo de activistas del Movadef —consentidos dentro de las filas de Perú Libre— en la ciudad de Huancayo, en Noviembre del año pasado. Como se esperaba, se concentraron en la plaza de la Constitución para pechar a Keiko Fujimori, aprovechando una visita que realizó la candidata de Fuerza Popular. Por entonces, las elecciones 2016  parecían decidirse dentro del “elenco estable” de la política peruana —Fujimori, PPK y García—; aunque las encuestas ya mostraban que un 44% de la población buscaba nuevos rostros, ideas y prácticas políticas. A buen entendedor pocas cifras. De allí surgieron, primero, César Acuña y, luego, Julio Guzmán, que llenaron el vacío que los números de las encuestas señalaban. Después Acuña y Guzmán fueron retirados del proceso por el JNE, por lo que la población, radicalizando su posición renovadora, ha insistido en lo novedoso y orientando sus preferencias hacia Verónica Mendoza y Alfredo Barnechea. Ese 44% de decepcionados y frustrados se ha incrementado y tiene ahora simpatías por candidatos con discursos claramente estatistas y asistencialistas, candidatos que les dicen que el bienestar lo provee el Estado y no los propios esfuerzos de la población. Es decir; el peruano pedigüeño seguirá estirando la mano y volverá a ser aplastado por un paternalismo que decide su futuro. Como ya se dijo: la versión 2016 de gas barato y “agua sí, oro no”.

Del elenco estable sólo quedan Fuerza Popular y Peruanos por el Kambio. Según las encuestas, la situación de la alianza APRA-PPC no da fuego; no le ayudan a Alan García sus recientes declaraciones xenofóbicas ni esa accidentada performance en Huancayo, que fueron registradas por las numerosas cámaras dedicadas a cazar detalles, y a las que los candidatos descuidados no prestan la debida atención. Son detalles que influyen en un elector al que poco o nada le interesan los planes de gobierno, pero que sí observa las imágenes de los destemplados candidatos que se comportan como gamonales, por aquí y por allá.

Mal de altura también tuvo PPK, pero salió bien librado de un proceso de exclusión. Sin embargo, le faltó agua de muña o de hoja coca para reaccionar al instante y deslindar abiertamente con Mauricio Vila, su candidato al Congreso, quien como encargado del evento en Sapallanga habría dispuesto entregar cerveza, aguardiente y hojas de coca a los asistentes. Un hecho que puso en entredicho la credibilidad de todo su partido.

Al sombrero jaujino despreciado por Alfredo Barnechea, ahora candidato de Acción Popular, se suman los desatinos de Alejandro Toledo quien con comba en mano amenazó a Keiko Fujimori. Ambos sucesos, en Junín. Pero el mal de altura crónico es de Vladimiro Huaroc, el aparecido “naranja”, aunque no hay quién pueda explicar cómo llegó allí. Junín sabe que no destacó como presidente regional; si así hubiera sido, ¿qué necesidad tenía de regalar atún y agua a sus potenciales electores? ¿Cómo un ex funcionario con 16 años en las Naciones Unidas utiliza regalos en una democracia y a una ciudadanía que los cívicos oenegeros dicen construir en Perú? O sea, ¿con la mano derecha borraba lo que la izquierda había escrito?

El mal convertido en epidemia. Fuerza Popular en Junín se quedaría sin candidatos por regalones. Israel Lazo y Maricela Nolasco también desobedecieron el mandamiento electoral de no regalar. Mano dura hoy para mejorar mañana. Que el artículo 42 de la ley sirva para evitar que la democracia sea burlada y para que se castigue a quienes quieren hacerse elegir empleando su poder económico.

Por: Manuel Gago