Majestades, el reino no puede parar

Sobre los obstáculos que frenan la inversión en recursos naturales

Los súbditos podemos entender que la reina y el rey estén sumidos en los avatares de la política como consecuencia de las denuncias de apropiación ilícita de los recursos de la Corona de Baraja; pero, más allá de la certeza o no de lo afirmado por los antimonárquicos, lo cierto es que los recursos del reino tienen que incrementarse y ello sólo es posible si la actividad productiva aumenta, máxime si la crisis internacional amenaza con hacer naufragar el equilibrio macroeconómico del reino.

En ese sentido, a los súbditos les interesa que sus majestades tomen decisiones prontas y eficientes para retomar los niveles de inversión, crecimiento, generación de empleo y reducción de la pobreza. Empantanarse en discusiones que finalmente le corresponderán al Tribunal Real no hace más que postergar el bienestar de todos, además de socavar la estabilidad del régimen monárquico.

Recientes noticias indican que el aforismo jurídico universal de Primacía de la Realidad, está más vigente que nunca. En el pasado reciente, un Consejero Real propuso elevar los estándares ambientales, así como incrementar los requisitos para iniciar una operación minera.  El objetivo, al parecer, era impedir toda actividad extractiva para convertir a Baraja en un Reino “Ecológico”.  

¿Cuál ha sido el resultado de la medida? El estancamiento y caída progresiva de las inversiones, particularmente de las correspondientes a la industria extractiva -la principal actividad económica del reino-.  La normatividad, distante de la realidad, ha hecho que la modernización de las plantas de procesamiento de minerales se postergue o sea cancelada definitivamente por la obstinación de quien impide hallar una alternativa.

Baraja anhela su desarrollo. Para alcanzar dicho objetivo estableció una estrategia de incorporación de valor agregado en función a la masa crítica de su producción minera.  Si sus majestades promueven más actividad minería, la modernización y ampliación de las plantas de procesamiento estaba asegurada; pero, ¿qué sucede cuando el estándar ambiental se eleva a niveles por encima de los alcanzados por la tecnología más moderna?, nada más y nada menos que el cierre de las plantas metalúrgicas. Majestad, sin proponérselo, está restándole competitividad a su reino en la región y favoreciendo al reino vecino.

Recientemente, Baraja cerró una de sus plantas de procesamiento de minerales por el incumplimiento de la modernización de la misma, lo cual motivó la suspensión de sus actividades. Luego de un largo proceso, la planta fue sacada a licitación pero ningún inversionista quiso hacerse cargo de ella. Lo sucedido es una muestra más de que la realidad le ha dicho a la real norma ambiental que bajo esas condiciones es imposible operar.

Sus majestades, es tiempo de recuperar la confianza, de dejar un legado en el que se transmita explícitamente su voluntad de enmienda.  Deroguen las normas que se han convertido en un corsé para el reino y otorguen las licencias de construcción para que toda inversión directa, sea de capitales provenientes de los súbditos u otros, se lleve a cabo en el menor plazo posible.  

En el reino, como en otros lugares, siempre habrá quienes quieran dialogar con la finalidad de arribar a un acuerdo razonable para todos, también habrá quienes demanden diálogo para ganar tiempo y boicotear cualquier alternativa de solución. No obstante, en uno u otro caso, siempre será la decisión del monarca la que debe primar en el ejercicio legítimo del Principio de Autoridad, abdicar a ello es socavar la gobernabilidad y traicionar a la Corona.

La Corona siempre requerirá activos para que todos seamos más productivos.

Como de costumbre, cualquier parecido con la realidad es una simple e ingrata coincidencia.

Por: Guillermo Vidalón del Pino