Los televisores del Congreso y la prensa “mermelera”

Aprovechándose de la bajísima aprobación del Congreso en las encuestas, un sector de medios, periodistas y analistas políticos han decidido desarrollar una estrategia de guerra abierta contra este poder del Estado. El propósito es claro: presentar la imagen de un parlamento desahuciado, sin solución, con una banda de gentuza pululando en sus pasillos y sentada en sus curules. Pero además hay otro propósito nítido: presentar a Fuerza Popular y a Keiko Fujimori, por tener mayoría parlamentaria, como los responsables de los males que nacen y crecen en el Congreso. De allí por ejemplo el título de Fuji-Congreso. Sin embargo, hay un tercer objetivo: evitar que el Congreso apruebe la ley “anti mermelada”.

Tampoco es que resulte gratuito el rechazo de la población hacia el parlamento. Hay ejemplos vergonzosos que, ojo, no son monopolio de esta legislatura, sino que viene de quinquenios pasados. ¿Quién no se acuerda del congresista “mataperro”, de la congresista “robacable” o de “Popy” Olivera? Entonces, mienten quienes sostienen que este Congreso sea uno de los peores, si no el peor.

Es cierto que el asunto de los televisores, los frigobares y las computadoras personales ha llegado en muy mal momento. Entonces todos los reflectores van hacía el presidente del Congreso, el naranja Luis Galarreta, y nuevamente la culpa es de Fuerza Popular. Pero poco se dice sobre María Elena Foronda, la misma congresista que no supo justificar la contratación de una ex cabecilla del MRTA en su despacho, quien también ha pedido un televisor, como lo hizo el congresista Roberto Vieira y muchos otros.

No obstante, estimado lector, los ataques no son por los televisores ni demás perlas. Días atrás, la campaña mediática fue contra la comisión Lava Jato, que lidera la naranja Rosa Bartra. Tanta fue la batahola de críticas mediáticas sobre lo costoso de la referida comisión que la indignación cundió nuevamente. Pero todos sus integrantes —salvo los acuñistas que están jugando su propio partido—, incluidos los de la izquierda, salieron a defender el trabajo de la comisión ¡porque es su trabajo!

Pero estos ataques contra el Congreso no existirían si no estuviera a un paso de aprobarse la ley que restringe la publicidad estatal en los medios de comunicación. Si semejante ley se aprueba, sería una cuasi estocada final a algunos medios y periodistas que se han dedicado a llevarle la tonada a los gobiernos, una práctica que se afianzó durante el nadinismo. Durante el humalismo, Nadine Heredia llevó adelante, en alianza con los medios, una guerra total contra la oposición.

Estimado lector, lo que en verdad existe, detrás de este velo mediático, es una guerra de algunos medios contra un Congreso que pretende poner fin a los privilegios que esos medios obtienen del Estado.