Eduardo Zapata

Los superseñores de Arthur Clarke

Los superseñores de Arthur Clarke
Eduardo Zapata
02 de abril del 2015

Lo que en principio llamamos “realidad virtual” ahora parece ser la “realidad real”.     

Tal vez haya llegado el momento de llamar realidad real a aquella propiciada por la electronalidad. Porque el mundo que captura sistemática y cotidianamente nuestra atención, minuto a minuto, segundo a segundo, comienza a ser solo aquel proporcionado por los smartphones, tablets, computadoras portátiles y demás artilugios llamados inteligentes.

Lo que existe en esa pantalla –grande o pequeña- empieza a ser la realidad misma. Primero la llamamos virtual. Pero al constatar que los entornos físicos se diluyen, nace la sospecha de que vivimos inmersos ya en la enajenación de ellos.

Es más que común ver en cafés y lugares públicos en general, a personas amigas que no cruzan palabra alguna entre sí: están ensimismadas en sus pantallas. Es más que frecuente constatar accidentes ocasionados por peatones o choferes más atentos a sus celulares que a sus propias vidas o seguridad. De hecho, los más jóvenes se pueden citar en pareja, pero simplemente para ´textearse´ palabras uno a otro sin que resuene voz alguna.

Los mismísimos periodistas –quienes supuestamente debían acercarnos al new del mundo real- se ufanan de estar conectados a ´los principales diarios del mundo´. Y cuando entrevistan en TV, parecen más atentos a sus pantallas electronales que a los decires de los entrevistados.

Cierto es que la palabra hablada formatea nuestro cerebro para aprehender el mundo de una determinada manera. Cierto también que el libro nos impuso un formato rectangular a través del cual ese mundo debía ser mirado. Correcto sería afirmar –en este orden de ideas- que los discursos escribales (particularmente las ideologías) terminaron por construir -en formatos rectangulares- mundos paralelos a la realidad física.

Sin embargo –y tal vez como herencia inercial de ver el mundo aún a través de formatos rectangulares- he aquí que las pantallitas de la electronalidad ´inteligente´ parecen haber subsumido al mundo real.

Arthur Clarke, en El Fin de la Infancia, nos hablaba del fin de un mundo por obra de unos seres llamados ´Superseñores´. Para él, venidos de un espacio ajeno a la tierra. Tal vez se equivocó en algo y los Superseñores seamos nosotros mismos y nuestros artilugios ´inteligentes´. Con los cuales hemos expropiado el mundo físico para canjearlo por otro que en el principio llamamos virtual. Y que ahora parece ser –de veras ya- el real. Si no está-s en la red, no existe-s.

La ilusión de la conectividad ha reemplazado a la comunicación. Bueno sería que la escuela empiece ya a enseñar –desde cero- que en el principio era el verbo. Enseñar a conversar. Bueno sería también que las empresas e instituciones en general revaloren la importancia de conversar. Porque aun desde el punto de vista del costo/beneficio, al conversar se generan soluciones más prontas y concretas que estériles mensajes electronales (posts, bonitos power points…) que conectan, pero no comunican.

Por Eduardo E. Zapata Saldaña
02 - Abr - 2015  

Eduardo Zapata
02 de abril del 2015

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