Eduardo Zapata

Los paquetes, las ilusiones y la Navidad

Los paquetes, las ilusiones y la Navidad
Eduardo Zapata
04 de diciembre del 2014

Lamentablemente el gobierno ha horadado la confianza con marchas y contramarchas

Más allá del Grinch que algunos llevan dentro y que desean que tampoco la Navidad ilusione, ciertamente esta fiesta lo hace. Los niños particularmente –y no pocos adultos- quieren creer (o creen) que al menos por un día la ilusión se instalará en sus hogares.

Y los paquetes con los regalos, apilados al pie del árbol (modesto o grandilocuente), contribuyen a alimentar las ilusiones. Porque –existente o no- todos quisiéramos que Papa Noel exista. Queremos tener confianza en que así sea. Y efectivamente las ilusiones se alimentan de confianza. Alguno de esos paquetes –lo creemos firmemente- será para mí, me hará feliz y mi espíritu se llenará de gratitud y esperanza.

Tal vez aprovechando estas expectativas populares, pero sobre todo sus propias expectativas electorales para el 2016, el Gobierno ha apilado -al pie del árbol del imaginario colectivo- un presupuesto generoso en dádivas y ha promulgado una serie de paquetes de medidas económicas. A estas últimas no desean que se les llame paquetes, pero todos podríamos concebirlas así. Por aquello de la época y de las ilusiones. Es que es claro: sabemos que no todos los paquetitos del árbol tendrán el regalo deseado, pero por estas épocas nos basta la ilusión y la confianza en ella.

Sin embargo, muchos especialistas dudan de la eficacia de estas medidas. Se aduce desde su tardía implementación hasta su poco carácter integral. Se aduce que las medidas tienen poco de sostenibilidad económica en el tiempo.

Pero más allá de las razones técnicas, habíamos dicho que el simbolismo de un paquete –aun de los deseados- requiere de confianza para que genere ilusión. Y ello ocurre también en la economía. Pues la economía sabe más de Grinch que de villancicos, para seguir con la analogía con la Navidad.

Y si de algo carece ya este Gobierno –a año y medio aún de dejar el poder y hasta en no pocos de sus adeptos- es precisamente de confianza. Una confianza que debería provenir lógicamente de los propios generadores del regalo. De los mismos que lamentablemente han horadado esa confianza con marchas y contramarchas, con el decrecimiento de la inversión y del empleo y con sombras cada vez más crecientes sobre la moral pública.

Es claro que presupuesto y paquetes de medidas económicas contienen regalos de inmediata gratificación. La ingente elevación de la inversión con fondos del Estado en grandes obras públicas parece decirlo así. Pero estas medidas, planteadas casi al final de un Gobierno –y sobrevaluadas económicamente muchas de ellas (Refinería de Talara, Línea 2 del Metro, Gaseoducto del Sur, compras militares…)- parecen tratarse más bien de regalos acaso de gratificación inmediata para los generosos gobernantes y allegados.

No habrá confianza suficiente, entonces, para alimentar la ilusión en el presupuesto y las medidas reactivadoras del Gobierno. Contentémonos, eso sí, con la ilusión que pueda despertar en algunos el previsible transformismo del General Urresti en un generoso Papa Noel. Que de seguro con sus también transformistas “ternas” -convertidos en elfos, pues sabemos que son especialistas en disfrazarse- habrá de ofrecernos una chocolatada para los pobres, algunos regalos y , por supuesto, un sonoro JO, JO, JO navideño.

Por Eduardo E. Zapata Saldaña
(4 - dic - 2014)

Eduardo Zapata
04 de diciembre del 2014

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