Darío Enríquez

Los monstruosos mutantes hijos del libre mercado

Los monstruosos mutantes hijos del libre mercado
Darío Enríquez
31 de mayo del 2017

Cómo degenera el libre mercado y destruye a la libertad que le dio origen

Aunque sigue habiendo ingenuos que creen en el socialismo y aducen que “se ha aplicado mal”, que pese a todo “hubo buenas intenciones” y que con la gente adecuada “ahora sí va a funcionar”, los hechos contundentes muestran que una y otra vez que, sea cual fuere la variante, los diversos socialismos reales puestos en práctica terminan siempre en miseria y tiranía. No hay excepciones.

Por su lado, las libertades económicas que han dado forma a diversas variantes de libre mercado, pueden mostrar con satisfacción éxitos evidentes en el afán de aumentar el nivel de vida, eliminar la pobreza y propagar la prosperidad entre los pueblos que las abrazan. Es evidente que las formas puras no existen, pero sí las tendencias fundamentales y los principios inalienables que configuran sistemas de libertades hasta un punto en el que se reconoce tanto su perfil como sus resultados. El mundo de hoy ha alcanzado cotas inéditas de prosperidad y bienestar en 5,000 años de civilización, junto a una espectacular disminución de la pobreza de la mano del “maldito neoliberalismo” y del “capitalismo explotador”.

Sin embargo, en los modelos de libre mercado también encontramos tendencias degenerativas que debemos reconocer y combatir. De hecho, en países que han logrado éxito económico pero no han desarrollado una institucionalidad sólida, el riesgo es muy alto. Es el caso del Perú. Nuestro indudable éxito en crecimiento económico es reconocido a nivel mundial. Las inapelables “corrientes humanas” que llevan inmigrantes de unos a otros países, muestran en la última década al Perú como destino preferido por cientos de miles de personas que llegan de otros países hispanoamericanos, incluso desde Haití, España, Europa oriental y el Lejano Oriente.

Estamos viviendo en el Perú el grave riesgo de la entronización del mercantilismo y el ejercicio ilegítimo de poder político a partir de la concentración económica y mediática. Ante la carencia de una institucionalidad sólida, los espacios vacíos que deja esta carencia son ocupados a la fuerza por mercantilistas que parasitan al Estado, el que cuenta ahora con muchos recursos gracias al crecimiento económico. Este mercantilismo está muy ligado a la concentración económica y mediática. El control de los medios de comunicación es un botín muy apreciado por quienes pretenden perennizar prácticas ilegítimas y corruptas.

La grave crisis de corrupción que vivimos en la década de los noventa no se terminó con la caída de Fujimori. Los diversos intereses económicos que sostuvieron su proyecto político autoritario —otra tendencia degenerativa del exitoso modelo de libre mercado a la peruana— siguieron medrando alrededor del poder en los sucesivos gobiernos posteriores. Muy pocos fueron comprendidos en los procesos judiciales. Muchos de ellos lograron “bajarse a tiempo del barco”, se disfrazaron de oposición y aparecieron luego de la caída de Fujimori como paladines de la democracia. Sus criminales felonías pagaron jugosos dividendos en los últimos 17 años, dividendos frente a los cuales los US$ 20 millones del corrupto Alejandro Toledo palidecen de modestia.

Hoy tienen casi el total control mediático de la sociedad y en el Poder Ejecutivo no se mueve un solo alfiler si no lo aprueban o lo ejecutan los diversos operadores de la costra empresarial mercantilista. Están saliendo indemnes de la grave crisis de corrupción del socialista Foro de Sao Paulo y su brazo mercantilista, Odebrecht y cía. Da la impresión de que controlan los espacios y los tiempos del proceso judicial. Sus constructoras pueden seguir participando en proyectos de infraestructura aunque estén implicadas en la megacorrupción. Pero aún no lo controlan todo. Hace poco perdieron un jugoso proyecto, el de la construcción del nuevo aeropuerto en Chinchero (Cusco). Lograron que el gobierno de PPK aprobara una adenda al fraudulento contrato original, para evitar que sea anulado.

El contralor de la República, aplicando su nueva política de intervenir antes y no después de que se consumen los fraudes contra el dinero de todos los peruanos, puso en evidencia el grave negociado de los poderes fácticos y mediáticos. Es así que esos grandes poderes han iniciado una ofensiva mediática contra el Contralor, de la manera más vil, vergonzosa y desembozada. Han perdido todas las formas y el impune poder del que gozan los ha enceguecido. Las revelaciones de la megacorrupción los hacen caer en la desesperación. Todo luce como una manipulación del peor corte mafioso, una labor de sicariato mediático cuya cobertura y potencia serviría además para aleccionar a otros que pretendan “desarmar” sus pingües negocios.

En nombre de la Libertad, debemos detenerlos. La voluntad popular debe imponerse. Están echando a perder los logros innegables en bienestar, reducción de la pobreza y prosperidad de nuestro exitoso modelo. No pedimos blindar al contralor. Su trabajo, como el de cualquier funcionario público al servicio de los ciudadanos, puede y debe criticarse. No es eso lo que hacen los poderes fácticos. Condicionan, chantajean, difaman.

A todo esto, ¿dónde está el presidente PPK? Alguien como él, con sus conocimientos, intuición y experiencia, es imposible que no se percate de lo que está sucediendo. Parte de su entorno más cercano acompaña a los poderes fácticos amplificando la ofensiva mediática y pidiendo la renuncia del Contralor. Si él no detiene este fuego a discreción de chantaje mediático, tráfico de influencias e intimidación, entonces se hará cómplice. ¿O ya lo es?

Darío Enríquez

 
Darío Enríquez
31 de mayo del 2017

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