Eduardo Zapata

Los jóvenes y la política

Los jóvenes y la política
Eduardo Zapata
16 de junio del 2016

Buscan un liderazgo que la sociedad les niega

Los escandalosos escándalos políticos, valga la redundancia, así como pulpitosos discursos moralistas, van signando nuestros tiempos electorales. Día tras día, los medios de comunicación, encuestadoras y autodenominados líderes o auscultadores de la opinión pública buscan acentuar una confrontación peligrosa para la propia estabilidad democrática. Que —fatalmente y más allá de la voluntad de sus promotores— terminará en reafirmar la opción desesperanzadora : “Hace, pero roba” o “No será capaz, pero es honesto”.

Y en las mentes de los estrategas de la comunicación, tal vez estos se sientan momentáneamente satisfechos. ¡Ya la hicimos…!, dirán unos; ¡Eso no nos afecta…! exclamarán los otros. Sin embargo, ocurre que para el 40% de la población, aquella población joven que definitivamente decide las elecciones, esta alquimia mediático-intelectual-verbal parece más bien serle indiferente. Cierto es que a sus oídos llegarán los ecos de estas campañas, pero —digámoslo claramente— ellos estarán atentos más a los sonidos virtuales que a las repercusiones que estos tengan o parezcan tener.

Estamos hablando de la generación crecida en Internet. Acostumbrada, entonces, a las propuestas específicas, a lo funcional y a ser —sobre todo— escuchados. No con las lucecitas de los falsos (por electoreros) twitters o facebooks, sino dispuestos a ser persuadidos con propuestas concretas y gratificantes. De allí que estos jóvenes busquen incesantemente el new permanente. Con o sin sentido.

Rolando Arellano, ese sagaz intérprete de los mercados sociales, nos habla hoy del imperio de los estilos de vida. Y subraya el hecho de que los modelos aspiracionales y modernos constituyen ya mayoría sobre los conservadores en el tejido social peruano. Si eso es así —y lo es, precisamente por efectos de la globalización y la electronalidad—, ¿cuántos jóvenes peruanos se adscriben aún al estilo de vida conservador? ¿Cuántos de ese casi 40% de electores se adscriben a modelos que ya fueron?

Los jóvenes de esta edad —no entremos aquí en el por qué— se han desentendido de la política tradicional. Sin embargo, y en razón de su propia edad y visión real de futuro, se interesan por la política. Solo que por una muy distinta a la actual. De hecho, comprobamos a diario que miles de ellos son voluntarios en movimientos de solidaridad social o ambiental. Y miles de ellos buscan también en los submundos urbanos el liderazgo que la política actual —o la propia familia— les escamotea o, peor aún, les niega.

¿Denominador común de las apetencias de estos jóvenes? Una sociedad moderna y abierta con oportunidades, así de simple. ¿Cómo acercarse a ellos? Con seriedad, autenticidad, afecto —mucho— y propuestas viables y verificables. Tan viables como lo está la computadora al alcance de un clic.

Restrinjamos, entonces, la no palabra, las risitas, las ironías y la permanente siembra de la cultura de la sospecha. Que cada joven se enfrente a los candidatos y que estos los persuadan de que votar por ellos es votar, también, por y con ellos mismos.

Una lástima que aun supuestos “gurús” de las redes sociales —constituidos en equipos— traten de manipular a esta generación dispuesta ya a dejar la impronta de su voz electronal. Tratando de inocular hipodérmicamente —contrario sensu a la naturaleza del medio electronal— visiones aprovechadas de lo “políticamente correcto”.

Eduardo E. Zapata Saldaña

Fotografía: Diego Vargas Acuña

 
Eduardo Zapata
16 de junio del 2016

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