Tino Santander

Los espejos de Ollanta Humala

Los espejos de Ollanta Humala
Tino Santander
25 de noviembre del 2014

Sobre los fantasmas que merodean Palacio de Gobierno y acosan al presidente

Que percibe el presidente Ollanta Humala cuando se ve en el espejo: una imagen propia o la que otros proyectan de él? Ensayemos una respuesta. La primera imagen que distingue es la de un hombre atado a una camisa de fuerza impuesta. Se siente prisionero de la democracia, de estar obligado a respetar la separación de poderes, el estado de derecho,  la libertad de expresión y sobre todo el modelo económico de libre mercado. Piensa que es un converso neoliberal y eso lo atormenta.

También lo abruma la imagen del culto y sofisticado Mario Vargas Llosa, que lo vigila inquisitivamente para que no salga de la hoja de ruta que lo llevó al poder. Observa a su esposa Nadine “ayudando a los ministros en la toma de decisiones”. Indudablemente, allí está el buen Pedro Cateriano, siempre listo a sus órdenes. Aparece la bancada congresal nacionalista siempre dispuesta  a defender lo increíble.

Le aterran los “fantasmas del espejo”: el Capitán Carlos acusado asesinar campesinos en la lucha antiterrorista. Siente los gritos de Hugo Chávez que, como alma en pena, dicen ¡patria o muerte, venceremos! Escucha al generalísimo Juan Velasco Alvarado vociferar con el puño en alto ¡Kausachum Revolución! Allí esta Sánchez Cerro, con su sonrisa cerril,  después de tomar el poder con un fraude electoral. De pronto su padre, don Isaac, y la proclama “etno-cacerista” -del retorno al culto de las huacas-, llamándolo “traidor”, “cosito”, “indigno del apellido Humala”. Lo angustia la sombra de Antauro, artífice de la organización nacionalista. Son los espectros que no quiere ver. Es el espejo que quiere romper.

No esta contento con los espejos. No quiere ver al pueblo que le reclama por incumplir promesas electorales, muchas de ellas demagógicas. No quiere ser recordado como el presidente que frenó el crecimiento económico. Sin embargo el espejo, siempre el espejo,  lo ata, no lo deja ser el Sánchez Cerro del siglo XXI. Piensa, él sería el soldado que pondría orden en el Perú, como en el cuartel. El sucesor de Velasco, líder de los populismos militaristas en América Latina.

El espejo no será su prisión. Él será por momentos soez, vulgar, como Sánchez Cerro. Estatista y valiente como Velasco. Militante del socialismo del siglo XXI de UNASUR como quería Hugo Chávez. “Moderno”, como sus nuevos amigos con los que veranea en Eishia frívolamente. El espejo, es solo una percepción falsa de la realidad, piensa el presidente. Un cristal que él puede destrozar, allí están Cateriano y Urresti para esa tarea.

NO más espejos, no más tormentos. Yo soy el Comandante Ollanta Humala Tasso, presidente del Perú. El espejo es una mentira, una canallada de la oposición, un cuento inventado por los opinólogos y algunos intelectuales que no conocen el Perú. Además, “la cloaca no me puede investigar”. Nadie me puede investigar. Córtense el pelo, no usen aretes ¡carajo! Soy Ollanta Humala Tasso, carajo. Dónde están los congresistas nacionalistas para defender la institucionalidad presidencial. Borren de la memoria de la prensa el nombre de Martín Belaunde Lossio. No existe para los Humala Heredia. Soy Ollanta Humala Tasso y no quiero más espejos en palacio ¡Carajo!

Por Tino Santander Joo
(25 - nov -2014)

Tino Santander
25 de noviembre del 2014

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