Neptalí Carpio

Los emprendedores con doctorado bamba

Los emprendedores con doctorado bamba
Neptalí Carpio
29 de enero del 2016

La relación entre el mundo emergente y el candidato Acuña

Si en el Perú se hiciera una mega auditoría de las licenciaturas y doctorados obtenidos durante los últimos 30 años por números empresarios o comerciantes denominados emprendedores, estoy seguro que se descubriría que muchos de esos títulos y grados son producto de plagios o notas adulteradas.

Pero el “Doctor” Cesar Acuña ha sido más audaz. No sólo habría obtenido con malas artes el título de ingeniero en la Universidad Nacional de Trujillo, según una investigación desarrollada en la facultad de Ingeniería en ese centro de estudios entre los años 1989 y 1991, sino habría sido más osado al obtener el grado de Doctor en la Universidad Complutense de Madrid, mediante  plagio. En ello radica la gravedad del caso.

El “caso Acuña” devela una realidad más complicada, que permanece oculta. Muchos empresarios que surgen en medio de informalidad, con esfuerzo y tenacidad, logran un fuerte crecimiento económico, pero postergan la culminación de sus estudios secundarios y de estudios superiores. Con el paso del tiempo, se percatan que, para obtener cierto status requieren, no solo culminar la secundaria, sino obtener un título profesional y, si es mejor, un doctorado.

Como no tienen tiempo ni el nivel educativo correspondiente recurren al contrato de terceras personas para que les preparen todos los trabajos, tareas y monografías. Luego, al momento de obtener una licenciatura o doctorado realizan el mismo método. Existe un mercado donde personas se dedican a este negocio de dudosa legalidad. En las propias unidades de registro de las Unidades de Gestión Educativa Local (UGELs) existe también el tráfico de notas de los niveles primaria y secundaria para elevar los puntajes que permiten obtener los niveles de aprobación adecuados para estos empresarios.

En un sistema universitario con numerosas entidades mediocres (que en la practican se dedican a vender títulos) obtener un bachillerato o licenciatura, es relativamente fácil.  Obtener un título o grado bamba también lo es. Hay un mercado que actúa casi por fuera de la ley donde incluso algunos empresarios que no tienen tiempo para asistir a clases, que no entienden el contenido de las asignaturas se dan el lujo de enviar a otras personas o luego convalidan los cursos a cambio de prebendas. En el caso más extremo también funciona el acoso sexual de profesores que, a cambio de mejores notas para estudiantes mujeres piden “favores especiales” a las alumnas. Esta es una realidad que permanece oculta desde hace mucho tiempo.

No quiero generalizar. Hay  otros empresarios emergentes que  hacen un verdadero esfuerzo por salir adelante y obtener un título con honestidad. Pero en el Perú, la consolidación de un segmento de universidades de medio pelo, con pésima infraestructura y plana docente mediocre, se ha prestado para crear un mercado de títulos y grados bambas que ahora, a propósito del caso Acuña, se ha puesto en evidencia.

El “caso Acuña” también explica los bemoles de la palabra emprendedor. Hay emprendedores que surgen desde la informalidad y continúan haciéndolo en otros ámbitos de su accionar como el educativo, social, tributario o cuando llegan a obtener cargos en el Estado o en el Congreso. Hay  casos en que estos empresarios emergentes y que luego fueron elegidos alcaldes, presidentes regionales, presidentes de clubes deportivos o sociales siguen violando ley. Varios de ellos han terminado, incluso, en la cárcel. Pero hay otros que logran superar la etapa de la informalidad y culminan de manera exitosa el tránsito a una verdadera etapa de formalización.

Todo lo anterior ratifica la importancia de crear un sistema universitario de supervisión, control y acreditación con alta rigurosidad. Por lo pronto ya se ha dado la nueva Ley Universitaria 30220 y se ha creado la SUNEDU. Con todas las imperfecciones y modificaciones a realizar, esta norma apunta precisamente a corregir este lado perverso de  nuestro sistema universitario.

Por: Neptalí Carpio

 
Neptalí Carpio
29 de enero del 2016

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