J. Eduardo Ponce Vivanco

Los desafíos de la política exterior II

Los desafíos de la política exterior II
J. Eduardo Ponce Vivanco
11 de mayo del 2016

Sobre nuestras relaciones con las alianzas de mayor gravitación mundial        

Con Chile tenemos pendiente concretar las acciones previstas para dar cabal cumplimiento al fallo de La Haya en algunos aspectos normativos, antes de depositar las coordenadas fronterizas en NN.UU., como conviene a los dos países. Incidentes y entredichos mal manejados derivaron en un enfriamiento paralizante en las relaciones entre ambos países, que debe superarse con el cambio de gobierno en el Perú.

La administración de la presidenta Bachelet asumió como propia la infundada posición del ex presidente Piñera, cuestionando la delimitación vigente del pequeño tramo limítrofe entre el Hito 1 y la orilla del mar, a partir de una interpretación antojadiza de la letra y el espíritu de la sentencia de La Haya. Siendo dicho fallo el (aparente) motivo de esa posición, procede solicitar a la CIJ que aclare si su veredicto es aplicable a ese pequeño tramo de la frontera terrestre, que no fue materia de la litis. La gestión puede hacerla cualquiera de los dos países o los dos juntos, pero lo importante es utilizar ese recurso expeditivo para superar una discordia injustificable entre dos países que litigaron ejemplarmente en el máximo tribunal internacional de justicia para resolver su delicada controversia sobre la frontera marítima.

Nuestra libertad de acción en el plano global será mayor con un entorno vecinal constructivo. El poderío económico es más eficaz que las armas para dirimir los conflictos entre estados. Lo demostró la victoria de EE.UU. sobre la Unión Soviética en la Guerra Fría, la mayor confrontación internacional después de la II Guerra Mundial. Medio siglo después, la caída del Muro de Berlín abre las puertas al mercado y la democracia. Alemania se reunifica y la Unión Europea se expande, incorporando a los ex satélites de Moscú. China, los tigres asiáticos y la India crecen y la globalización se vigoriza. El comercio internacional y las inversiones se multiplican, el conocimiento explota por la ciencia y la tecnología, las comunicaciones se hacen instantáneas, y el crecimiento alcanza a más y más países. El capitalismo conquista al comunismo chino y vietnamita. Y la cuenca del Pacífico se convierte en el espacio del futuro.

La gravitación económica y geopolítica de China, sus ambiciones estratégicas, el desafío de Rusia, los hidrocarburos del golfo Pérsico, el polvorín del Medio Oriente, la controlada capacidad nuclear de Irán e Israel, la audacia del terrorismo islámico, la invasión migratoria a una Europa debilitada por la crisis económica y el escepticismo comunitario ensombrecen las cuencas del Mediterráneo y el Atlántico. Contener estas amenazas plantea costos incrementales que los aliados occidentales de EE.UU. se resisten a compartir.

Ante estas realidades, Washington propuso negociar un tratado ambicioso para el comercio y las inversiones con la Unión Europea (el TTIP); y optó por sumarse a la negociación del TPP con once países del Pacífico. La implementación de ambos tratados tendría un potente efecto global, estandarizando normas que dinamizarían el mercado mundial y multiplicarían las transacciones. Trece rondas de negociaciones evidencian los obstáculos que enfrenta el TTIP, pero se mantiene el objetivo de cerrar el acuerdo en los últimos meses de Obama. El TPP ya ha sido firmado, pero no parece factible que el Congreso norteamericano lo apruebe durante este año.

Por desgracia, la demagogia extremista de Trump ha pervertido la agenda electoral norteamericana. Sus posiciones beligerantes sobre política exterior y comercio internacional han contagiado a Hillary Clinton. Ambos candidatos —y Sanders— asumen que los tratados de libre comercio restarían empleos en EE.UU. Cualquiera que sea elegido podría intentar reabrir la negociación del TPP y trancar la del TTIP, sin percatarse del extraordinario potencial que tienen para EE.UU. y la economía global.

La Cumbre de APEC en Lima (noviembre próximo), es una gran oportunidad para afirmar el objetivo de poner este tratado en vigor aún sin la participación norteamericana. Para el Perú, el TPP es una herramienta que nos acercaría al prioritario objetivo de ingresar a la OCDE.

Conclusión. Del manejo inteligente de nuestras relaciones con las grandes ligas y las alianzas de mayor gravitación mundial dependerá la velocidad y solidez de nuestro crecimiento, y el creciente peso del Perú en la comunidad internacional.

Eduardo Ponce

 
J. Eduardo Ponce Vivanco
11 de mayo del 2016

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