Manuel Erausquin

Los coletazos del 2014

Los  coletazos del 2014
Manuel Erausquin
10 de diciembre del 2014

A propósito de los escándalos de corrupción que vienen envolviendo al gobierno                           

La coyuntura política hierve en el país cada día más y no se sabe cuándo va a estallarle en la cara al presidente Humala. Una situación muy probable y riesgosa por las consecuencias que se pueden conjeturar. El caso de la ex procuradora Yeni Vilcatona no será un tema anecdótico, eso lo debería entender bien el ministro de Justicia Daniel Figallo: despedirla no acallará su voz,  todo lo contrario. La oposición será más férrea y empezarán a crecer sospechas de toda índole: la maledicente será la estrella de todas y la más peligrosa. Toda la vida ha sido así.

La política peruana sigue exhibiendo lo peor que tiene con personajes provenientes  de aguas turbias: Martín Belaunde Lossio, César Álvarez y Rodolfo Orellana. Sin embargo, persiste la pregunta sin respuesta concluyente sobre quiénes los han sostenido para que pudieran tener tanto poder. Solo se escuchan rumores en las sombras y emergen teorías conspirativas ideales para aterrizar un buen guión cinematográfico. Pero solo eso, nada relevante. Una situación de esta naturaleza inquieta, pareciera que el país se pudre y el gobierno pareciera no importarle.

Este escenario no ayuda en nada para una reinvención de la política peruana. Uno espera que autoridades políticas representen con solvencia a la sociedad, pero lo que ocurre es la priorización de los intereses personales. Es la motivación más evidente y usual. Lo vemos todos los días y somos testigos hasta el hartazgo de la corrupción de muchos servidores públicos.

Cada gobierno tiene sus anticuchos y no tienen perdón de Dios. Pero los que se avizoran en este hacen temblar. El país va en una dirección de corrupción y lumpenización general que no tiene freno. Cupos, extorsiones y asesinatos. Parece un lugar común y eso es lo horrendo. Se repite con frecuencia y nada de nada. Todo sigue espeluznantemente igual. La podredumbre se esparce con absoluta libertad. El terror empieza a ganar.

Uno empieza a elaborar conjeturas de todo tipo, se ensayan hipótesis sobre el rol del gobierno en este maremoto de corruptelas y se detectan conexiones o señales nada inocentes. Por el momento uno ve cómo se tratan de escapar de responsabilidades serias y se escucha cada disparate de los miembros del oficialismo. Aquí cabe preguntarse hasta qué punto podría llegar su cinismo. Se sospecha que disponen de un margen muy amplio. No van a tener problemas ni éticos ni morales para blindar la basura. Cobijaran toda la porquería que sea necesaria, ellos saben que los aleccionan para eso.

¿Qué estará pensando el presidente Humala, se sentirá muy seguro o ha empezado a preocuparse por estas turbulencias políticas? Porque al margen de que si estuvo bien o no que graben al ministro de Justicia Daniel Figallo, la sensación que se ha generado no es muy alentadora para el gobierno. Sería recomendable que elijan la transparencia como forma imprescindible de conducirse. Cuidado con jugar con fuego, esto no acaba en el 2016. No vaya a ser que varios acaben en el banquillo de los acusados. El poder no dura siempre, solo ofrece esa ilusión. Es algo que todo político debe tener en sus cálculos.

Por Manuel Eráusquin

10 - dic - 2014

Manuel Erausquin
10 de diciembre del 2014

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