Neptalí Carpio

LOS CINCO MANDATOS DEL DIEZ DE ABRIL

LOS CINCO MANDATOS DEL DIEZ DE ABRIL
Neptalí Carpio
15 de abril del 2016

Lo que demanda la voluntad popular expresada en las recientes elecciones

Un excepcional escenario político ha surgido de las elecciones del 10 de abril. Por angas o por mangas, con tendencias encontradas y la emergencia de nuevas fuerzas políticas, se ha generado una extraordinaria oportunidad para que el Perú, precisamente en postrimerías de celebrar el Bicentenario de nuestra República, conforme un gobierno de concertación nacional, bajo el imperativo de implementar una agenda de cambios institucionales para renovar nuestro sistema político. De la controvertida situación generada se pueden deducir cinco mandatos que la voluntad popular ha expresado.

Primer mandato. Sea PPK o Keiko Fujimori quien gane la segunda vuelta electoral, desde el 28 de julio de 2016 estará obligado a conformar un gobierno de concertación nacional. El nuevo mandatario electo debe liderar un gobierno de ancha base y con una agenda de gobernabilidad que recoja los aportes de las más importantes fuerzas políticas representadas en el Congreso. De no hacerlo, pronto el gobierno entrará en crisis y aflorarán tendencias contra la gobernabilidad.

Segundo mandato. El antifujimorismo intolerante tiene que reconocer democráticamente a Keiko Fujimori como la lideresa que representa a la primera fuerza política del país. Y, a su vez, la candidata de Fuerza Popular tiene la responsabilidad de demostrar, en los hechos, que efectivamente hay una renovación democrática entre sus filas, cumpliendo escrupulosamente el documento que firmó el 3 de abril, en el debate presidencial. Solo así el antifujimorismo podrá asimilar la inevitable cohabitación política con esta fuerza política en las próximas décadas. Si el 5 de abril cerca de 50,000 marcharon contra el autogolpe de hace 24 años, el 10 de abril cerca de seis millones de peruanos le han dado un espaldarazo a Keiko.

Tercer mandato. La derecha peruana debe reconocer que el surgimiento del Frente Amplio y Democracia Directa —con Verónika Mendoza y Gregorio Santos, respectivamente— fortalece la democracia; además está obligada a hacer una lectura acertada de la alta votación obtenida por la izquierda en todo el país, especialmente en el sur andino y Cajamarca. La implacable realidad ha demostrado que el encarcelamiento de Goyo Santos lo ha victimizado enormemente. Paradójicamente, el sistema político y las decisiones punitivas del Poder Judicial y la Fiscalía están creando un líder más radical que Verónika Mendoza, y una alternativa hacia el 2021.

Por su parte, el Frente Amplio tiene la responsabilidad de consolidarse en democracia, como una sostenida fuerza de izquierda con una agenda ambientalista y de inclusión social. La decisión que tomará en relación a la segunda vuelta electoral será la primera prueba de fuego para ver si Verónika Mendoza y el Frente amplio apuestan por la gobernabilidad democrática, sin arriar sus banderas principistas.

Cuarto mandato. Una gran mayoría ha rechazado la propuesta de aprobar una nueva constitución y de cambiar de modelo económico. No obstante, sería un grave error deducir que no se debe realizar una reforma del modelo económico, para promover la extensión de la economía de libre mercado, simultáneamente a una ambiciosa agenda social. El cambio más radical debe darse en el sistema político y en el sistema electoral para revertir la corrupción, el narcotráfico y la fragmentación de la representación nacional. Se requiere un pacto nacional para una reforma parcial de la Constitución, creando nuevas instituciones y reformando o derogando aquellas obsoletas, como la unicameralidad, el nefasto voto preferencial, la inmunidad parlamentaria o la manera como se elige el Consejo Nacional de la Magistratura.

Quinto mandato. Se ha presentado una situación excepcional en nuestra historia republicana, en la que la primera fuerza política, casi con mayoría absoluta en el Congreso, puede perder en la segunda vuelta electoral. En ese caso, de ser elegido PPK como nuevo presidente, estará obligado a proponer un gabinete de concertación nacional y un primer ministro con una amplia confianza de la representación nacional, y que le dé estabilidad al nuevo Gobierno nacional.

En este complicado escenario, es PPK quie mejores condiciones tiene como estadista, con experiencia de gobierno, con prestigio internacional y equipo técnico para liderar y administrar estos cinco mandatos que surgen de la voluntad popular. Es un liderazgo que puede actuar como un “factor bisagra”, como articulador de la necesaria reconciliación nacional, para llegar en excelentes condiciones al Bicentenario nacional.

Neptalí Carpio

Neptalí Carpio
15 de abril del 2016

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