Darío Enríquez

Lo que natura no da, Salamanca no presta

Lo que natura no da, Salamanca no presta
Darío Enríquez
19 de julio del 2017

Iniciando la celebración del 800° aniversario de la Universidad de Salamanca

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) está realizando su cuarto congreso internacional, esta vez organizado por la filial FLACSO España en Salamanca y llevado adelante como una suerte de pre inicio a las actividades para celebrar por todo lo alto el 800° aniversario de la Universidad de Salamanca.

Me cabe el enorme honor personal de exponer en este congreso, en las aulas de esta universidad que fue hito fundacional de la civilización occidental, allá por el lejano 1218, y además fue la cuna de lo que hoy podríamos reconocer como la economía científica. Debo reconocer que soy una suerte de intruso en el terreno de las ciencias sociales —que prefiero denominar “humanidades”, en un contexto multidisciplinario, interdisciplinario y transdisciplinario— y aunque ya no me sorprende, debo llamar la atención cada vez que soy testigo de evidentes vacíos, cuando no tendenciosos discursos, que acompañan el análisis científico-social del mainstream hispanoamericano, iberoamericano y latinoamericano —úsese cualquiera de las tres fórmulas, aunque la primera suele “invisibilizarse”— en el cual se inscribe y se circunscribe la FLACSO desde su fundación.

Hagamos un rápido recuento de lo que venimos escuchando en diversas ponencias que tienen el valor extraordinario de producir trabajo intelectual desde y para la realidad de nuestros países, con labores que acompañan “al otro lado del charco” tanto España como Portugal, países que participan activamente de estas iniciativas.Pero que algunas veces se dejan llevar por la militancia y ese complejo de “izquierdas” que suele impedir al científico-social salir de su zona de confort, en la que diversas perspectivas (ideológicas) ofrecen cómodas respuestas a todas las preguntas. Al parecer, algunos no se han percatado de que hace tiempo la cruda realidad cambió las preguntas y, tercos, ellos siguen proponiendo las mismas respuestas.

Se habla, por ejemplo, del “extractivismo que azota a nuestros países”. No se dice nada respecto al ejemplo reciente de países como Canadá y Australia, que basaron buena parte de su desarrollo y bienestar actual en ese “maldito” extractivismo. Que la conversión de recursos naturales en riqueza es fundamental. Que en la naturaleza no hay riquezas, si es que el ser humano no agrega valor y el mínimo valor es extraer esos recursos para su uso en el proceso de producción de bienes y servicios; punto de partida del círculo virtuoso que satisface necesidades, eleva la calidad de vida y aumenta el bienestar humano.

Se menciona el proceso político de dictaduras en los 70s en nuestra región y se menciona a dictadores como Pinochet o Videla. Pero no se dice nada de los “socialistas” Velasco y Morales Bermúdez. Da la impresión de que dictaduras terriblemente represivas, como las de Pinochet y Videla, hubieran aparecido de la nada, cuando en verdad —sin pretensión alguna de justificar, sino de contextualizar correctamente— fueron respuesta a procesos terriblemente regresivos, como el de Allende en Chile, sufriendo escasez, paros, revuelta popular y la creación de milicias populares que pretendían forzar la permanencia del frente popular allendista en el poder. Una experiencia muy similar a la Venezuela de la tiranía chavista de hoy, pero sin la poderosa chequera petrolera. También el caso de la cruenta represión de la dictadura argentina, como respuesta a la acción guerrillera y terrorista de los Montoneros. Si se desarrolla un análisis serio y no-militante, no se puede ni se debe invocar a las dictaduras de los setenta en la región sin contextualizar.

Tampoco han faltado referencias a la guerra civil española, máxime si el día de la inauguración del congreso coincidió con el 81° aniversario del levantamiento de los militares españoles en las guarniciones de África y el inicio de esa guerra fratricida. También da la impresión de que todo no fue sino un capricho de los “fascistas” que querían cargarse a la democracia. La historia como caricatura no funciona. Ese levantamiento militar, que incluso puede señalarse como un golpe de Estado, se dio en un contexto en el cual la segunda república española —instaurada un lustro antes, luego de la abdicación de Alfonso XIII— se desarrollaba en una dinámica de violencia “revolucionaria” (véase las comillas) que ya había cobrado al menos una 10,000 víctimas inocentes, por la intolerancia política que controlaba el precario estado republicano. Ni hablar de lo que hubiera sido España en la Segunda Guerra Mundial si continuaban en el poder los radicales bolcheviques que dominaban a los “moderados” republicanos.

Otro elemento interesante de debate es lo que se denomina la crisis del modelo de democracia liberal, y la supuesta necesidad de ir a un modelo de democracia liberal-social. A los derechos políticos que limpiamente el modelo liberal propone, debe agregarse —según la onda liberal-social— muchos otros derechos ecológicos, sociales y económicos. El problema es que estos “derechos”, que preferimos entrecomillar, se van a cargar sin misericordia, medida ni clemencia a los derechos políticos. Y eso es porque el famoso modelo liberal-social olvida algo que incluso explica buena parte de la crisis actual de la democracia liberal: los límites al Estado. Ese ogro filantrópico que se erige como solución a todo problema y que sus acólitos no terminan de entender; dejando de lado las contundentes evidencias de la realidad, que en verdad “El Estado es el problema”.

Recordamos el cuento de La Cenicienta, cuando las hermanastras no dudaban en llegar al extremo de cortarse un pedazo de talón con tal de calzar el pequeño zapato de la elegida por el príncipe. En inconfundible tono irónico, se cuenta que algunos cientistas sociales, en sus fueros internos, suelen decir —entre confundidos, asombrados e incluso mortificados—: “Hay un problema con la realidad, no se desenvuelve según la teoría”. Solo nos queda finalizar parafraseando los diálogos espaciales y el viejo aforismo salmantino: “Salamanca, tenemos problemas. Quieren que ustedes presten lo que natura no da. Se cancela la misión. Cambio y fuera”.

Darío Enríquez

 
Darío Enríquez
19 de julio del 2017

NOTICIAS RELACIONADAS >

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

Columnas

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

En el debate serio sobre la educación superior hay consenso &nd...

11 de abril
Fue una guerra civil, no de Independencia

Columnas

Fue una guerra civil, no de Independencia

Veamos hoy algo de historia. En verdad tenemos algunos hechos largamen...

05 de abril
¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

Columnas

¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

En principio, queremos compartir con nuestros amables lectores que est...

28 de marzo

COMENTARIOS