Carlos Adrianzén

¿Lo dejarán gobernar?

Sobre el triunfo electoral de AMLO en México

¿Lo dejarán gobernar?
Carlos Adrianzén
03 de julio del 2018

 

De cuando en cuando los latinoamericanos vamos a elecciones serias. De cuando en cuando nuestras elecciones implican gobernantes lúcidos. Otras veces, no tanto. En estos últimos casos —fundamentalmente con electos de izquierda— aparece el estribillo, a modo de interrogante, ¿lo dejarán gobernar?

De esta forma —ante la usual contingencia de que las ideas económicas de la izquierda mercantilista latinoamericana fracasen— se curan en salud. Y ex ante culpan (incluso antes de llegar al poder) al resto o a la oposición de sus propios y bastante previsibles errores. Y es que las ideas económicas de la izquierda latinoamericana —esa combinación de rampante mercantilismo y socialismo— tienen un largo prontuario de fracasos económicos. La historia económica regional reciente confirma que, en su afán de consolidarse en el poder, la recurrencia de estos episodios.

A los gobiernos elegidos en América Latina siempre los dejan gobernar, ofrezcan las barbaridades que ofrezcan. Las instituciones se acomodan a las circunstancias. Así, por ejemplo, pasó con Allende en Chile; tal fue su irracionalidad económica (arbitrariedad, politización institucional, controles, protección y desmanejo macroeconómico) que incubó una violenta respuesta militar. Con la Alianza APRA-Izquierda Unida en el Perú ochentero, esta misma receta, pero al estilo posvelasquista o chicha, nos llevó a un colapso económico estanflacionario, a estándares de vida casi africanos y a que el país casi llegue a ser controlado por una sangrienta banda terrorista de corte maoísta. La reacción a este colapso implicó la ulterior aparición de la autocracia fujimorista.

En la Venezuela de Hugo Chávez, en cambio, no hubo siquiera una reacción. Con la intervención abierta de Cuba, de los ingresos petroleros estatizados, y dado el carácter gradual de su tránsito al comunismo, el desenlace ha sido desastroso. A la muerte del ya dictador Chávez, lo sucede el dictador Maduro; y a la fecha, la otrora pudiente Venezuela se ha convertido en un cuadro de crisis humanitaria global con una economía controlada por los cubanos e hipotecada a los chinos y rusos.

A todos —insisto— los dejaron gobernar. Algunos precipitaron reacciones, mientras que otros se consolidaron estancando sus economías y deteriorando institucionalidades. No sería del todo justo omitir en esta recopilación otros casos en los que se repite —a modo de cantaleta fácil— ese obituario acerca de que “no los dejaron” gobernar. Me referiré puntualmente a los gobiernos electos del viejito Mujica en Uruguay, el justificadamente preso Lula en Brasil y el opaco y hoy enjuiciado Humala (y señora) en nuestro país.

En Uruguay la lección fue clara. Las instituciones uruguayas funcionaron y relegaron a este simpático viejecito a pasear en su viejo escarabajo y cuidar a su perrito en su rancho de toda la vida. Gran daño no le hizo al Uruguay. Un observador puntual repetiría que no lo dejaron hacer las cosas que ofreció. En Brasil en cambio, la extensa corrupción de este régimen socialista-mercantilista del Partido de los Trabajadores abortó su gestión y la de su colaboradora. Otra vez, desaprovechando una coyuntura global excepcionalmente favorable para su postergado despegue. Dada la receta económica, fue solo otro fracaso económico previsible que vio la luz en la región.

Finalmente, la casa otra vez. En el caso del Gobierno de Humala se registró desde el inicio un hediondo tufillo chavista que generó lógica desconfianza. Apoyo venezolano-brasileño de por medio, ajustó su receta mercantilista-socialista y se rodeó de personajes acomodaticios que flotaron discretamente, trabándolo todo y acabando con el robusto crecimiento económico peruano pre 2012. Pero —nótese— lo dejaron hacer mucho daño. Hoy el sucesor de PPK solo puede flotar cargando la pesada batahola de retrocesos y entrabamientos burocráticos introducidos por la señora Nadine y sus colaboradores. Y la lección que hoy no queremos ver aquí implica que el elegido del 2011 —lamentablemente— pudo hacer (daño).

Ayer resultó elegido un viejo candidato de la izquierda latinoamericana en México. Tiene como comodines gratuitos tres detalles: la torpeza del resto de la clase política mexicana, su complacencia con los poderosos carteles mexicanos y lo antipático que resulta para los mexicanos Donald J. Trump, con muro fronterizo incluido. El electo esta vez, el señor López Obrador, mantiene —suavizadas, como Chávez la primera vez— las mismas viejas prédicas del mercantilismo socialista sudamericano.

Así las cosas, el escenario económico mexicano implica retos e incertidumbre mayores. La popularidad temporal del electo, en cambio, está asegurada. Y es que eso de enfrentarse a la política antimigratoria estadounidense (mientras no hace nada relevante por impulsar el crecimiento económico) es una pose poderosa por un par de añitos. El problema, podría decirse, es otro: justamente si lo “van a dejar trabajar”. Algo —ceteris paribus— nada auspicioso para México, y definidamente malo para la región.

Resulta sugestiva, sin embargo, la interrogante y los temores de los voceros de la izquierda regional, quienes hoy anticipan un escenario económico nada auspicioso. Frente a esto, qué mejor que ir culpando a otros desde el saque. Así sueltan la interrogante: ¿Lo dejarán gobernar? La respuesta es directa. Claro que sí. Pero dadas sus propuestas económicas, wse es justamente el inconveniente, muy estimados lectores.

 

Carlos Adrianzén
03 de julio del 2018

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