Dardo López-Dolz

Llamando a tierra

Llamando a tierra
Dardo López-Dolz
04 de octubre del 2016

La realidad triunfa finalmente sobre cualquier distractor político

Cuántos ministros hubieran querido contar con la magnanimidad actual del principal grupo editorial que —del mismo modo que los medios de los que es propietaria la familia Santos en Colombia— resalta u oculta hechos y detalles, ensalza personajes amigos, ataca o (si no tiene como atacar) veta a otros según conveniencia a los propios gustos, apetitos o intereses. Pero Internet y el tiempo real acabaron hace mucho con la hegemonía de la prensa tradicional. Los esfuerzos de ese grupo editorial pueden calar momentáneamente y torcer tendencias, pero solo por cortos plazos (como una elección). Difícilmente pueden mantener la venda en los ojos o el distractor cubriendo la realidad. Incluso el medio amigo o complaciente, acaba viéndose forzado a cambiar su pluma o micro complaciente para mejorar su facturación o su tiraje. La inflexible línea final del balance no perdona.

La inseguridad golpea hasta en el propio vecindario de Palacio de Gobierno. El alucinante desatino de la protección al reality show en el Callao durante esta gestión, hecho que hubiera costado la cabeza de cualquier predecesor de los últimos 36 años, trae a la memoria la comedia cinematográfica ¿Y dónde está el piloto? Mucho me temo que si se sigue planeando cual pelícanos entre gags presidenciales y angelicales declaraciones de intención de altos funcionarios, y no se acelera el contacto real con tierra, la delincuencia o los conflictos pueden cortar abruptamente esta luna de miel. No conozco enfermo que haya sanado solo por ponerle el termómetro. Nadie que ame el Perú quiere que este gobierno fracase. Espero que el aprendizaje de la diferencia entre estar a cargo y ser observador, oenegero o crítico de teclado, se produzca pronto o todos pagaremos las consecuencias.

El presidente colombiano Álvaro Uribe, veterano político y exitoso en la lucha contra el narcoterror, en magistral lección de estadista supo capitanear su pueblo e impedir que triunfe la inaceptable actitud genuflexa de la paz a cualquier precio. Se enfrentó con gran oficio al poder mediático y venció. Acto seguido demostró su porte de estadista de talla mundial, llamando a la unidad a favor de una paz sin renuncia a la Constitución, la justicia, la libertad ni el emprendimiento privado, que genera los ingresos que permiten al gobierno hacer todo lo anterior posible.

Álvaro Uribe ha demostrado que cuando no se cometen errores o se corrigen rápidamente se evita la vulnerabilidad que hubiera hecho posible perder por margen estrecho. Y que se puede vencer la más perversa conspiración entre la prensa y el gobierno, que en esta oportunidad asumió una inaceptable actitud ante la presión del dictador en La Habana, con el apoyo y complicidad entusiastas de por lo menos un par de líderes políticos de relevancia mundial, dispuestos a cualquier cosa con tal de figurar ante la historia como la persona que puso fin al problema. Uno de ellos, Barack Obama, quien tiene antecedentes de ocultar todo lo relativo al riesgo que supone Irán para la paz mundial o el cultivo de amapola en Latinoamérica.

Fue una lección importante para todo líder que aspire a la presidencia en nuestros países. Otra gran lección del presidente Uribe ha sido la celeridad y ponderación con que ha comentado los resultados, en un ambiente político sumamente caldeado. Sin duda, un estadista.

 

Dardo López-Dolz

 
Dardo López-Dolz
04 de octubre del 2016

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