Dante Bobadilla

Lindas ideas para fracasar

Leyes estatistas, controlistas, antimercado y antiempresa

Lindas ideas para fracasar
Dante Bobadilla
09 de noviembre del 2017

El desarrollo de un país no depende de sus riquezas naturales. Hay evidencias de sobra que lo sustentan. Lo que lleva a un país al desarrollo o la miseria son las ideas generales que predominan en la sociedad y que se traducen en acciones de la clase política. Hay ideas que llevan al desarrollo e ideas que llevan al fracaso.

No es nada difícil saber cuáles son las buenas y las malas ideas. No son ningún misterio. Se conocen de sobra. El problema es que las malas ideas son muy bonitas y atraen a las mayorías. Por eso el socialismo se repite una y otra vez. Por eso mismo después del fracaso de Cuba, Venezuela decidió seguir su ejemplo.

Las malas ideas son lindas y cautivadoras. Los políticos nos seducen con ellas como las peperas de las cantinas. Podemos resumir las ideas del fracaso en tres tipos básicos: a) el estatismo, b) la animadversión a la empresa privada y c) las buenas intenciones para salvar a la sociedad. Analicémoslas brevemente.

Acá tenemos una gran cantidad de estatistas. Sospecho que se debe a la mala educación. Casi todos confunden al Estado con la patria y repiten errores como “el Estado somos todos”. Es patético leer columnas y ver divas de la TV defendiendo al Estado y llorando por exoneraciones de impuestos. No tengo dudas sobre la pobre educación y cultura de muchas de estas divas de la TV, que tienen incluso el cuajo de salir a hablar de política en un horario estelar, sin siquiera estar informadas de las normas y sus efectos reales. Todo lo que hacen es posar correctamente.

También tenemos mucha gente que odia a la empresa privada y condena toda acción que pudiera favorecerla, aun cuando sea para un servicio tan esencial como el transporte aéreo, en un país con tan pobre infraestructura vial. La mentalidad del fracaso se pone de manifiesto cuando se acusa a las empresas de obtener ganancias, como si ese fuera el problema y no la calidad del servicio. Un gran obstáculo para encontrar soluciones es la dificultad de reconocer los problemas reales. Acá la mayoría ataca problemas ideológicos. Los profetas del odio al lucro son básicamente de izquierda. Quienes pretenden que los servicios sean gratis deberían dar el ejemplo y trabajar sin cobrar. Pero son quienes más huelgas hace pidiendo aumentos.

Por último está esa eterna plaga de mesías, salvadores, defensores, protectores y luchadores, que promueven las famosas “políticas públicas” en apoyo a determinados sectores, con ansias de resolverles sus viejos problemas socioculturales. Nos llenan de ministerios, oficinas y leyes rimbombantes para defender, luchar, fortalecer, promover y salvar a la sociedad. Un claro ejemplo es la famosa “ley de alimentación saludable”, que pretende imponer etiquetados con primorosas advertencias, casi científicas, sobre el contenido de ciertos productos para prevenir la obesidad. Sobran este tipo de lindas pero ridículas leyes inservibles que cuestan muy caro, y no solo a las empresas. Siempre somos nosotros los que pagamos la cuenta al final.

No dudo de que hay soñadores, idealistas, bienintencionados y mesías que anhelan este tipo de leyes, convencidos de su bondad. Y es muy difícil hacerles ver su error. Creen que las buenas intenciones son suficientes. La mayor parte de este tipo de leyes no pasa de ser más que basura retórica inoperante. No nos quejemos de nuestro subdesarrollo si la mayoría defiende y prefiere este tipo de ideas fracasadas.

Una de las claves del desastre de Venezuela fue una maravillosa ley “de costos y precios justos”, que pretendía defender a la sociedad del lucro de las empresas. Ahora conocemos las consecuencias de tan maravillosa ley en la economía. Aunque no hacía falta esperar. Se sabía perfectamente lo que iba a pasar con esta ley desde antes de su promulgación. Pero los genios insistieron y la gente aplaudió esa ley. Muchos adoran leyes proteccionistas, intervencionistas, estatistas, controlistas, antimercado, antilucro y antiempresa. Y los politiqueros, nivel Yonhy Lescano, están prestos para complacerlos. Entonces no se quejen de la miseria y del atraso.

Dante Bobadilla

Dante Bobadilla
09 de noviembre del 2017

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