Martin Santivañez

Lima, ciudad global

Lima, ciudad global
Martin Santivañez
21 de noviembre del 2014

El desafío globalizador de convertir nuestra capital en la ciudad puente del Pacífico

Globalizarse no es una opción, es un imperativo. La globalización es un fenómeno que lo inunda todo y aunque tiene, ciertamente, una dimensión positiva y otra negativa, oponerse a ella carece de sentido. Aprovechar con estrategia los aspectos buenos de la globalización es lo que están haciendo en este mismo momento los países más inteligentes y los políticos con mayor visión de futuro. Superar el provincialismo propio de la soberbia localista es un gran paso en el camino correcto. La globalización, tarde o temprano, acabará por imponerse incluso contra tu voluntad.

El mundo, ciertamente, es una aldea global y las nuevas tecnologías han transformado la forma en que interactuamos. Siendo así, la política, la ciencia de la realidad por excelencia, no está al margen de este proceso globalizador. La política y la gestión pública pueden y deben ser iluminadas por el enfoque internacional. De hecho, la gestión pública comparada y el public management se nutren de la mirada global para generar soluciones a los múltiples problemas que presenta el gobierno de lo público. La naturaleza humana permite encontrar soluciones comunes, siempre cribando las particularidades nacionales, y escudriñar lo que sucede en otros lugares del mundo enriquece la propia perspectiva cuando hemos de encontrar la respuesta a un problema local.

Por eso, con la elección de Castañeda, la ciudad de Lima tiene la gran oportunidad de convertirse en una auténtica urbe global, abierta al mundo, plenamente internacionalizada, conectada con los cinco continentes y generadora de valor para el país y la región. Tradicionalmente, los políticos latinos suelen centrarse en su propio entorno y es natural. Lima tiene unos problemas muy particulares, exacerbados todos por la tristísima gestión de la alcaldesa de la chalina. Sin embargo, la globalización de la ciudad puede marchar a la par de una estrategia política que ponga el acento en lo local. Lima tiene que tener una estrategia central: los problemas locales, el tráfico, la inseguridad, el déficit de infraestructura. Con todo, estos problemas no tienen por qué postergar un lanzamiento de Lima como marca global. De hecho, posicionar a Lima en el mundo, reforzar la marca de la capital en la región, permite enfrentarnos a los problemas locales con mejores argumentos y muchos nuevos aliados.

Los limeños tienen que ser auténticos ciudadanos globales. Para eso, los primeros en estar convencidos han de ser los políticos. La globalización del Perú es un imperativo. Y la globalización es mucho más que vender la comida peruana y los ajicitos de Gastón. Globalizar un país implica crear redes poderosas que beneficien al Perú, que nos permitan recuperar algo de nuestra vieja presencia internacional, hoy tan menoscabada por nuestros propios errores de estrategia. Para eso, un buen primer paso radica en apostar por la internacionalización de Lima como ciudad puente del Pacífico, como modelo de gestión pública y polis sintética donde se mezclan todas las sangres. La única forma de entrar en la historia y pasar al bronce es mantener una política de ambición y audacia. Lima está preparada para ello y estoy seguro que sus políticos también.

Por Martín Santiváñez Vivanco

21 - nov - 2014

Martin Santivañez
21 de noviembre del 2014

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