Arturo Valverde

Libros, lámparas y mucho cuáquer

Libros, lámparas y mucho cuáquer
Arturo Valverde
11 de mayo del 2017

Sobre la lectura, el carácter y la constancia

El viernes pasado fui invitado por el Colegio de Abogados de Lima a la ceremonia de condecoración de Miguel Ángel Rodríguez Mackay, quien fue honrado con la orden “Vicente Morales y Duárez”, uno de los máximos reconocimientos para un jurista. Cuando recibí la tarjeta de invitación, le escribí rápidamente a Miguel Ángel para felicitarlo y confirmarle mi asistencia, aunque le dije que me vería obligado a vestirme de saco y corbata para la ocasión. Una razón por la que estudié periodismo fue para escaparme del terno. “Allí estaré”, le prometí.

Ingresé al auditorio y escuché los discursos de las distintas autoridades que presidían la mesa de honor. Luego de una hora llegó el momento de oír las palabras del homenajeado jurista y docente que viene destacando por su trayectoria en el derecho internacional. El discurso de Miguel Ángel fue muy emotivo, un sincero elogio a la lectura. Un hábito que cultiva desde muy niño, debido a la dedicación y entrega de su madre, quien le enseñó a usar el diccionario, abriendo un mundo para él. El celebrado jurista evocó los días cuando estudiaba rodeado de libros, acompañado de una taza de cuáquer de manzana y la luz de las lámparas.

Ante un auditorio repleto, Miguel Ángel, como siempre lo he llamado, nos animó a leer y descubrir la libertad del espíritu en la lectura. De esta forma, el internacionalista confesó ser un voraz lector, capaz de sumergirse en archivos de diarios y textos en latín en busca del conocimiento. Algo que debo resaltar también fueron las palabras del decano del Colegio de Abogados de Lima, Pedro Angulo Arana, quien señaló que Rodríguez Mackay fue alumno de una escuela pública y estudiante de una universidad pública, instituciones muchas veces criticadas.

La ceremonia, que culminó a las nueve de la noche, fue un momento para reflexionar acerca del talento y la perseverancia, el hambre de querer ser y perseguir sin desmayo nuestros sueños. Reflexionar que puedes crecer en la pobreza; pero si lees, si te preparas, puedes convertirte en un número uno. Es cuestión de carácter y constancia. Ese es el mensaje que quiero rescatar de una ceremonia inolvidable para los amigos y familiares de Miguel Ángel, en la que desfilaron sus alumnos de universidades e institutos de las Fuerzas Armadas para estrechar la mano del maestro.

 

Arturo Valverde

 
Arturo Valverde
11 de mayo del 2017

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