Juan Sheput

¿Les molesta Vargas Llosa?

¿Les molesta Vargas Llosa?
Juan Sheput
06 de octubre del 2015

A propósito de las polémicas declaraciones de Mario Vargas Llosa

Debemos de sentirnos orgullosos de tener a un intelectual con el nivel de influencia que tiene Mario Vargas Llosa. El premio Nobel que finalmente obtuvo es el justo reconocimiento a un escritor que, desde su pluma o sus declaraciones, hace mucho tiempo es protagonista de debates y polémicas en todo el orbe. Es tal vez por ello que las principales agencias lo colocan entre los intelectuales más influyentes del mundo, aún por encima –cuando vivo- de Gabriel García Márquez.

En lo personal soy adicto a sus escritos. Siempre encuentro en él a una pluma inteligente e íntegra. Mario Vargas Llosa dice lo que piensa (tremendo verbo pensar) aún a costa de lo que pueda significar en sus entornos más cercanos. Es consciente del rol que debe cumplir un intelectual, cual es agitar las conciencias y no ser simple notario del orden establecido.

Intelectuales de gran prestigio como Chomsky y Raymond Aron han escrito mucho sobre el papel del intelectual como conciencia crítica de la sociedad. No están sobre la tierra para ser complacientes con el establecimiento sino para darnos un nuevo giro de las cosas, llamar la atención, convencer, agitar, discrepar, polemizar. Un intelectual de la gran categoría de Mario Vargas Llosa, acostumbrado a polemizar con otros gigantes como el mismo Gabriel García Marquez o Günter Grass, no se va a sentir disminuido por los agravios que recibe cuando intenta transmitir una idea. El problema no es lo que diga nuestro gran escritor. El problema es cómo se reacciona a lo que él dice.

Cuando Mario Vargas Llosa critica al expresidente Alan García o a la candidata Keiko Fujimori lo que hace es colocar los reflectores sobre quienes tienen mayores posibilidades de gobernar el país. Es el rol, a plenitud, de un intelectual. En el caso de los aludidos debería significar una polémica o un compromiso respecto a quien ha decidido señalar sus discrepancias de manera pública pues ese es el terreno de un intelectual, lo público, el ágora social. Y confronta al poder, real, que tienen los mencionados. Lo que corresponde es la respuesta inteligente, que aclare, inclusive que discrepe, pero de ninguna manera lo que vienen haciendo algunos que no pueden entender del rol de un intelectual cual es llamar la atención sobre aquello que estime conveniente. Que Mario Vargas Llosa votaría por Pedro Pablo Kuzcynski, pues tiene derecho a indicar su intención de voto. Tremendo desafío que tiene ahora PPK de rodearse de las personas adecuadas y elegir las ideas correctas para llegar a tener, de darse el caso, un gobierno a la altura de lo que necesitamos. Es, en definitiva, un espaldarazo que se debe agradecer.

Los insultos que recibe Mario Vargas Llosa en las redes sociales demuestran la situación de decadencia que padecemos y, sobre todo, nuestra claudicación en el arte de polemizar o tener cierto oficio en el debate público. Y también demuestran que las palabras de Mario Vargas Llosa o son aceptadas o rechazadas pero jamás ignoradas. Es el papel de un intelectual.

Hay quienes dicen que no tiene autoridad moral porque no critica a Ollanta Humala o a su esposa Nadine. Creo que no lo hace porque hasta ahora sus principales referencias sobre la marcha de este gobierno vienen de su entorno familiar o amical. No tengo la menor duda que si algún día Mario Vargas Llosa se da cuenta, por la fuerza de los hechos y de su reflexión, que ha sido desinformado, no dudará no sólo en llamar a este gobierno como corresponda sino en colocar, como Dante, a sus amigos en uno de los círculos del infierno. Y esa condena será eterna, como sus escritos.

Por: Juan Sheput

Juan Sheput
06 de octubre del 2015

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