Arturo Valverde

Lentejas en la Costa Verde

Lentejas en la Costa Verde
Arturo Valverde
22 de septiembre del 2016

Peculiares formulismos en los restaurantes limeños

Mi esposa y yo descubrimos que existe un restaurante en la Costa Verde donde los mozos te susurran al oído los precios de la carta, en caso te hayas equivocado de lugar: “Señor, por si acaso la copa de vino está a 40 soles”. Meses atrás, le dije que ella podía elegir el restaurante que más le gustara y con gusto iríamos a cenar, beber y ponernos al día en tantas cosas que habíamos aplazado, debido a la campaña electoral; y que además se había entrometido en nuestra cama, ¡imagínense!

Ella eligió uno de esos restaurantes en donde muchos amigos en común y otros —felizmente— no en común tenían innumerables fotos con el mar a sus espaldas, en un ambiente lleno de mesas cuadradas con manteles blancos. Con suerte nos libramos del tráfico de la Vía Expresa y en poco tiempo ya estábamos frente al restaurante. Entramos al lugar y nos dimos cuenta de que no había nadie que pudiera llevarnos a nuestra mesa, previamente reservada. Así que decidimos subir al segundo nivel.

Ella eligió la mesa y nos sentamos a esperar al mozo. Apareció ante nosotros un tipo muy bien uniformado y nos dejó la carta. Antes de que se fuera, lo detuve para pedirle algo de tomar; y como me gusta el vino, le pedí dos copas de tinto. El hombre apenas se había marchado cuando reapareció intempestivamente detrás de mí y, acercando sus labios a mi oído, me espetó los costos. Entre susurros nos hablamos así: “Señor, la copa de vino está a 40 soles”. “No escuché ¿qué dijo?”. “Que el precio de la copa de vino es 40 soles”. “Ya, ¿y…?”. “Por si acaso, señor”. “Entonces tráeme la botella”, le dije y corté este diálogo que me hizo sentir como si hubiera estado escondido por unos minutos.

Aunque supuse que le había aclarado que no tenía interés en que me leyera los precios de lo que iba a beber o comer, el sujeto volvió para decirme: “Señor, solo para asegurar. ¿Me puede confirmar el vino?”. Y puso el dedo índice en los tres dígitos que aparecían al lado del nombre del vino. No quise ver la carta y enojado, le dije: “Sí, ese mismo. Y si me gusta me chupo dos botellas”. El hombre se fue, volvió y escanció el vino en las copas.

Al rato, mi esposa me dijo: “¿Qué hablabas con el mozo?”. “Nada. Le preguntaba si podía fumar”. “¡Cómo se te ocurre! ¿Y qué has pedido?”. La miré fijamente y le dije con dulzura: “Lentejas, mi amor. Bastantes lentejas”.

 

Arturo Valverde

 
Arturo Valverde
22 de septiembre del 2016

NOTICIAS RELACIONADAS >

¡He visto la guerra!

Columnas

¡He visto la guerra!

La violencia y el horror que caracteriza a la guerra (y que alg&uacute...

16 de abril
La muerte en “Los miserables”

Columnas

La muerte en “Los miserables”

La muerte de los personajes de la novela Los miserables, escrita por V...

09 de abril
Qué creía, qué pensaba

Columnas

Qué creía, qué pensaba

Uno de los momentos que llamó bastante mi atención cuand...

02 de abril

COMENTARIOS