Guillermo De Vivanco

Le dicen “cosa juzgada”

Le dicen “cosa juzgada”
Guillermo De Vivanco
24 de julio del 2014

Una experiencia ilustrativa sobre la inestabilidad jurídica en que vivimos

En el diario Correo leo que el presidente del Poder Judicial, Enrique Mendoza, ha declarado que, en las salas y juzgados con sub-especialidad tributaria y aduanera, las empresas se “juegan” S/.12 mil millones, tras haber agotado la vía administrativa. Me parece muy apropiado el uso del verbo “jugar” para referirse a las controversias judiciales que se ventilan en ese poder.

Hace unos años compramos un grupo textil, compuesto por siete plantas fabriles donde trabajaban 2,800 personas. A consecuencia de ello nos vimos envueltos en algunos procesos judiciales interpuestos fraudulentamente. Pretender explicar lo absurdo de esas demandas a quienes no conocen los procedimientos judiciales sería inoportuno e incomprensible, por lo que resumiré las condiciones mínimas que puedan explicar nuestra experiencia.

Las personas naturales cuentan con un documento de identidad expedido por el Estado: el DNI que identifica inequívocamente al portador y es además requisito indispensable para una serie de actos jurídicos. Es ilegal presentarse a sufragar sin exhibir el documento de identidad, como también es ilegal comprar o vender propiedades, hipotecar, endeudarse, etc., sin presentarel DNI.

Las personas jurídicas (empresas) también requieren, para realizar cualquier acto jurídico, designar a un representante legal o apoderado, y éste, en vez de acreditarse con el DNI, debe presentar el documento (poder) inscrito en la Oficina Nacional de Registros Públicos. que le otorga la representación jurídica.

Cuando compramos el grupo textil cumplimos con los formalismos legales: Registramos la transferencia de acciones, elegimos el Directorio, y nombramos al gerente, e inmediatamente después tomamos la administración de las siete plantas. Sin embargo, fuimos involucrados en un plan diseñado para despojarnos ilegalmente de nuestras empresas.

La triquiñuela consistió en suplantar al verdadero gerente y, a través del impostor, demandar al antiguo accionista, a quien se acusaba de haberse “apropiado” de las plantas. Como era una persona jurídica la que demandaba, para que el juez admitiera la demanda se requería que ésta sea interpuesta por quien tenía el poder de representación de las empresas. En realidad demandar al antiguo dueño para que restituyera las plantas era irrelevante, ya que estábamos en posesión de nuestras plantas.

Lo increíble es que el juez admitió la demanda sin que se acredite poderes. Pero más insólito es que, al sentenciar, el juez resolvió a favor de una persona natural y ordenó que se le entreguen las plantas a esa persona y no a las empresas que (fraudulentamente) habían demandado. Además, continuando con este juicio kafkiano, se notificó erróneamente a las partes y, transcurridos tres días sin apelar la sentencia, ésta quedó consentida. Era cosa juzgada.

Cuando cuento lo sucedido, no necesito que se hagan interpretaciones jurídicas para entender la violación del derecho. Haciendo una analogía de lo que nos sucedió, doy un ejemplo menos complicado: una pareja plantea una demanda de divorcio y solicita la repartición de los bienes de la sociedad conyugal. El juez falla divorciando al marido de alguien distinto a su esposa y le da a esta persona extraña la mitad de los bienes del matrimonio. Lógicamente la esposa pone el grito en el cielo y le dice al juez que lea bien la demanda, que la persona de quien la han divorciado no es parte de la demanda. El juez contesta: lo siento señora, Ud. tuvo tres días para apelar y no lo hizo, por lo tanto la sentencia ha quedado consentida, es cosa juzgada.

Vivir la inestabilidad jurídica, permitir que se trafique impunemente con la propiedad privada, convalidar la corrupción, es vivir en la anarquía y el caos moral. Una vez más, la institucionalidad le da la espalda a la población y detiene la confianza en la inversión y el desarrollo.

En la universidad, cuando un alumno desaprueba tres veces el mismo curso lo expulsan. ¿No deberían hacer lo mismo cuando a un juez reiteradamente le revocan sus sentencias?. Porque, o es muy bruto, o es corrupto.

Por Guillermo de Vivanco

Guillermo De Vivanco
24 de julio del 2014

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