Las tres manzanas de la discordia

Sobre el nuevo diferendo fronterizo territorial entre Chile y el Perú El canciller chileno ha declarado que un acta de agosto de 1930, firmada por ambos países, afirma que "los hitos que, partiendo ordenadamente del Océano Pacífico, marcan la línea de frontera peruano-chilena, comienzan en el Hito 1 ubicado en la orilla del mar”. Pero el Hito 1 no está en la orilla del mar. Fue colocado a buena distancia de la orilla.

Cuatro meses antes del acta que cita el canciller de Chile, en abril de 1930, las instrucciones a los representantes de la Comisión Mixta Demarcatoria señalan que “se colocará un hito en cualquier punto del arco, lo más próximo al mar posible, donde quede a cubierto de ser destruido por las aguas del océano”.

El Hito 1 no fue puesto “lo más próximo al mar posible”, sin embargo, sino 264 metros –más de dos cuadras- playa adentro. Y este acto generó las tres manzanas y media de la discordia.

El Tratado de 1929 dice en su artículo segundo que "La frontera entre los territorios del Perú y de Chile, partirá de un punto de la costa que se denominará Concordia…". La sentencia de La Haya señaló que “podría ser posible que el punto antes mencionado (Concordia) no coincida con el punto de partida de la frontera marítima", en el Hito 1.

Como se ve, sin embargo, no parece ser relevante en realidad dónde esté ubicado el Punto Concordia. Esta parece una discusión innecesaria. Basta comprobar que el Hito 1 no está en la orilla del mar. Es la realidad material –no el Perú- la que contradice el acta citada por el canciller chileno.

Las partes aceptaron mover el hito para que el mar no lo destruyera. Era una cuestión de conveniencia práctica, no un acuerdo fronterizo nuevo y diferente.

Salir de este enojoso asunto, sin embargo, es lo que hace falta para dar paso a la inversión masiva que necesitan el sur del Perú y el norte de Chile. Es lo que a ambos países interesa. Para ello aprendamos las lecciones del Acuerdo de Paz con Ecuador. Necesitamos empoderar a un tercero y otorgarle a su decisión fuerza vinculante. Bien puede ser Estados Unidos, como dice el Tratado con Chile de 1929. Lo que aprendimos con aquel Acuerdo de Paz es que la fuerza vinculante no proviene del tercero, sino de la decisión política soberana de dos pueblos que quieren entenderse.