Victor Andres Belaunde Gutierrez

Las guerras y la paz

Las guerras y la paz
Victor Andres Belaunde Gutierrez
13 de octubre del 2014

¿El amor que Obama dice profesar a la paz es y ha sido suficiente para conquistarla?

Obama ganó las elecciones de su país prometiendo terminar el belicismo con el que Bush respondió al 11 de setiembre. Sus buenas intenciones fueron galardonadas con un premio Nobel, antes de lograr nada.

En la campaña del 2012, se mofó de su acartonado rival cuando éste señaló a Rusia como una gran amenaza a la seguridad americana. “Los 80 llamaron por teléfono y quieren su política de exterior de vuelta”, le dijo con sarcasmo. Se congratuló de la retirada de Iraq y del calendario para dejar Afganistán. Bin Laden murió y General Motors vive!!! era el grito preferido de sus partidarios.  Obama era el candidato de la paz y Romney de la guerra o sabe Dios que.

¿Que pasó después? Primero Iraq. Bush lo invadió ignorando en qué metía a su país. Esperaba una victoria rápida y una pronta retirada. El Vicepresidente Cheney proclamó que las tropas serían recibidas como libertadoras. Sumaron errores de ejecución: Pretender desarmar al ejército lo convirtió en guerrilla; no mantener el orden al entrar en Bagdad, y no destinar tropas suficientes.

Bush comprendió el error y enmendó el rumbo. Marginó a Cheney. Sustituyó a Rumsfeld (como Secretario de Defensa era responsable inmediato del desastre). Cambió la estrategia militar, envió refuerzos y nombró un nuevo comandante (general Petraus) quien forjó una alianza con grupos armados sunitas. Con estos infligió una severa derrota a Al Qaeda. Obama continúo esta estrategia y estabilizó al país. Una paz precaria llegó a Iraq.

Pero Obama, cual apóstol de la post modernidad, nunca estuvo cómodo como presidente guerrero. El 2011 debía renovar los acuerdos que autorizaban la presencia americana en Iraq pero, en contra de la opinión militar, los dejó expirar. Retiró las tropas y proclamó triunfante que volvía la paz a América; a tiempo para las elecciones.

En paralelo estallaba la revuelta siria. Siria es el principal aliado iraní. A través de Siria, Irán proyecta poder sobre el Mediterráneo. Su caída sería un duro golpe para los Ayatolas persas. Entonces Irán prestó todo su apoyo a Assad,  y Rusia, encantada de molestar a Washington, también lo hizo.

Assad, respaldado, respondió con brutalidad. Disparo su arsenal contra los elementos seculares y moderados de la revuelta. Dejó que los islamistas radicales se consolidasen en la sospecha que atacarían a kurdos y sunitas, como efectivamente ocurre ahora.

Mientras esta tragedia se desarrollaba cual película en cámara lenta, EE.UU. observaba. Obama advirtió que el régimen sirio cruzaría una línea roja si usaba armas químicas, pero ahí quedó la cosa. Assad, ducho en el arte de sobrevivir, tasó a Obama e ignoró sus admoniciones.

Desafiado, Obama se desesperó. No concebía honrar sus advertencias y para escapar de la encrucijada buscó la ayuda de Putin, quien, ni corto ni perezoso, diseñó un acuerdo para que Assad “liquide” su arsenal químico, permanezca en el poder y EE.UU. siga ignorando el conflicto.

A partir de ese momento los acontecimientos se precipitaron. Convencido de la debilidad de Obama, Putin forzó una crisis en Ucrania, anexó Crimea e invadió el este de dicho país. Ahora presiona sobre los países bálticos, amenaza abiertamente con ataques nucleares, se jacta de poder ocupar Kiev y Varsovia si lo desea. Europa no ha visto nada igual desde las amenazas hitlerianas que precedieron a la II Guerra Mundial.

El régimen sirio, mientras tanto, se mantiene. El viejo AQ expulsado de Iraq se metamorfoseó en el Estado Islámico (EIS) que ahora amenaza a todo el Medio Oriente. Con fanfarria, Obama anuncia una campaña militar en su contra, desde el aire y sin tropas, pero más allá de unos bombardeos simbólicos, no pasa nada.

Para ganar una guerra es menester controlar el territorio pero nadie quiere comprometer soldados si EE.UU no lo hace primero. Turcos y sauditas ignoran la presión americana, casi con sorna. Ya no les importa ofender a Obama.

Así están las cosas. Todo esto lleva a preguntarse si el amor que Obama decía profesar a la paz era suficiente para conquistarla. ¿No será que los romanos tenían razón cuando decían si quieres paz, prepárate para la guerra?

Por Víctor Andrés Belaúnde Gutiérrez
(13 - oct - 2014)

Victor Andres Belaunde Gutierrez
13 de octubre del 2014

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