Walter Puelles

Las desventuras fiscales del rey Salomón

Las desventuras fiscales del rey Salomón
Walter Puelles
09 de octubre del 2015

Sobre la Biblia y los manejos económicos en el antiguo pueblo de Israel

La idea de que el destino de los pueblos debe confiarse a una autoridad suprema es muy antigua, como antiguas son las crisis fiscales generadas por estos dioses terrenales. Desde antaño siempre fue así, y en nuestros tiempos la cosa no es muy distinta a juzgar por las cuentas fiscales de los países.

La Biblia (Samuel, Cap. 8) cuenta que el pueblo de Israel pidió a Samuel un “rey” que impartiera “justicia”. Samuel había sido buen juez mientras gozó de fuerza, pero cuando envejeció delegó el negocio a sus hijos, quienes lejos de seguir la obra la pervirtieron. Con la llegada de un Rey -que marcaba el fin de los Jueces- el arbitraje privado abrió paso a la justicia pública.

Ciertamente, el remedio fue peor que la enfermedad. No obstante. Nótese que el poder que el pueblo facultaba al Rey era muy limitado. No querían un todopoderoso que les brindase educación, salud, vivienda. Únicamente justicia y seguridad. Pero la historia siempre empieza así, un gobierno limitado que luego se desborda.

 

La Sabiduría de Salomón

Salomón fue uno de los reyes más importantes de Israel, donde permaneció 40 años en el poder. Su nombre es hasta hoy sinónimo de sabiduría. Salomón tenía la misión de cumplir el mandato que Dios confió a su padre, el rey David. Dios dijo: “tu hijo … edificará una casa a mi nombre” (1 Reyes, cap. 5, versículo 5).

No obstante, Salomón enfrentaba un gran problema: necesitaba un presupuesto extraordinario. Lo que tenía no le alcanzaba. Pero como era un rey sabio, entonces se las ingenió. Salomón decretó un programa de levas (trabajo forzoso), asumió una mayor deuda pública e incrementó los impuestos. Y así inició la construcción de la Casa de Dios.

Salomón culminó años más tarde el templo de Dios: una casa de piedra, madera y oro. Lo curioso es que junto al templo construyó también su propia casa, matando así varios pájaros de un tiro. Había cumplido el sueño de su padre y el suyo. En su templo, Salomón recibió a reinas de todo el mundo “… tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas …” (1 Reyes: 11, 3).

 

Endeudamiento Externo

El cedro, el ciprés y el oro empleados fueron importados de Tiro, ciudad libanesa a 21 kilómetros de Israel. Hiram, rey de Tiro, había ofrecido a Salomón los recursos a cambio de veinte mil coros de trigo y aceite por año, más 20 ciudades de Galilea. Hiram quedó conforme con el trato y cumplió los encargos.

Años después, llegada la fecha de pago, Hiram visitó las ciudades ganadas. La sorpresa fue grande y decepcionante: “¿Qué ciudades son éstas?”. Hiram bautizó el lugar como “las tierras de Kabul” que significa “bueno para nada”. Aquí cabe solo dos cosas: o Salomón carecía de la imaginación necesaria para satisfacer las pretensiones del financista, o simplemente lo estafó.

 

Ay … los Impuestos

En la historia tributaria las emergencias son eternas y lo temporal se perenniza. Cuando Salomón falleció le sucedió su hijo Roboam a quien el pueblo le pidió reducir los impuestos de su padre: “Tu padre agravó nuestro yugo, ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre ... que tu padre puso y te serviremos” (1 de Reyes: 12, 4).

Roboam respondió: “Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, yo os castigaré con escorpiones” (1 de Reyes: 12, 14). Esto motivó la rebelión de Israel que apedreó y mató a Adoram, el jefe de la tributación Así, Israel se apartó de la casa de David que pasó a gobernar únicamente la tribu de Judá. Salomón quebró Israel.

Ello había sido advertido por Samuel: “Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos y los pondrá en sus carros… los pondrá a que aren sus campos, sieguen sus mieses y fabriquen armas… asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras… y los dará a sus siervos” (Samuel: 8, 11 – 15).

Por: Walter Puelles Navarrete

Walter Puelles
09 de octubre del 2015

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