Eduardo Zapata

¿LADY O “LA JEFA”? (Parte 1)

¿LADY O “LA JEFA”? (Parte 1)
Eduardo Zapata
25 de agosto del 2016

Nadine: entre el mundo de la socialité y la solidaridad social

En un rápido y progresivo ejercicio de domesticación del poder, los hacedores de los poderes fácticos mediáticos llegaron hasta a alentar el posicionamiento de la ex primera dama de la nación como toda una Lady. Llegar a ser portada de una de las revistas más importantes de nuestra socialité parecía simbolizar esta pretensión. La foto que antecede a esta nota lo dice todo.

Bastó una superficial lectura de los signos que exportaba la señora Heredia para que algunos —lectores avisados de intimidades— descubriesen sus debilidades más pronto que tarde. Primero fueron contactos acaso informales, pero digitados, con el mundo de la literatura, el arte y la cultura. Fueron seguidos de la también debida presentación en sociedad a cargo de la esposa de un ex alto funcionario internacional peruano. El proceso culminó con el préstamo de una de las más reputadas diseñadoras —perteneciente a la elite social de Lima— para que se encargase del vestuario.

La maquinaria periodística se ocupó del resto. Ya sea por intereses económicos o bienaventurada compasión, los afanes protagónicos de la esposa del ex presidente fueron debidamente cultivados por los medios. La domesticación del poder y la seducción mediática pretendieron imponer en el imaginario popular —y en ella misma— a una Lady. Queda para psicólogos y sociólogos explorar las motivaciones subyacentes a la conversión de Eliza Doolittle en una Lady. Pero había que aprovechar también la figura fresca y la vestimenta deportiva. Y exacerbar la conexión entre la señora Heredia y los programas sociales. Mostrar emoción social vende. Más aún si esa virtud adorna a la esposa del primer mandatario de la nación.

Al estilo de la princesa Diana, la señora Heredia transitaba icónicamente entre el mundo de la socialité nacional —y aun internacional— y aquel de la solidaridad social. La imagen era la de una primera dama correcta, muy por encima de intereses subalternos. Ninguna otra primera dama de la nación había tenido la cobertura mediática que ella alcanzaba. Ciertamente había una buena historia mediática por contar. Y para la cual había que destinar primerísimos planos. En aras de ellos, otros signos —como desplantes públicos al esposo, indebidas presencias en actos protocolares en el Perú y en el extranjero, expresiones verbales y gestuales autoritarias respecto a ministros de Estado— parecían ser un obstáculo para el deber de contar una historia bien contada.

Dada la responsabilidad que nos toca a todos, dada la responsabilidad ética del periodismo y dados los resultados de una gestión conviene detenerse en esos resultados. Porque mientras una era la historia oficial, sus más cercanos colaboradores y no pocos interesados en los asuntos públicos se referían a ella como “la jefa”.

 

Eduardo E. Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
25 de agosto del 2016

NOTICIAS RELACIONADAS >

Pobrecitos los viejitos

Columnas

Pobrecitos los viejitos

Si usted anda en ese grupo etario al que se suele aludir como ´c...

17 de abril
Nuestros niños y su cerebro

Columnas

Nuestros niños y su cerebro

  En lo que se refiere específicamente a lo educativo, to...

11 de abril
Una joyita

Columnas

Una joyita

Resultó siendo públicamente una joya. Y de las de &acute...

04 de abril

COMENTARIOS