Elizabeth Zea Marquina

La visión de la política de los millennials peruanos

La visión de la política de los millennials peruanos
Elizabeth Zea Marquina
17 de noviembre del 2016

Son jóvenes idealistas y con conciencia social

¿Qué tan difícil resulta para un político pensar como los millennials? Al parecer es muy difícil porque las expectativas e intereses de estos jóvenes —nacidos entre los años 1980 y 2000, y mal catalogados como la generación “frívola y consumista”— son pasados por alto por los políticos tradicionales. Especialmente porque estos políticos imponen una visión basada en el poder de las castas, la promesa política, el populismo y la renovación, pero sin la transformación de las estructuras organizacionales partidarias.

Una de las primeras razones quizás sea que el perfil de un político millennial es absolutamente diferente a la de uno proveniente de los baby boomers —la generación dominante actualmente entre los políticos tradicionales—, caracterizado por un mayor apego al pasado, conservadores en sus relaciones interpersonales y en su economía, alineados a lo ya establecido por las élites del partido político. En cambio, un político millennial se presenta como un innovador, diestro en el manejo de redes sociales y plataformas virtuales, firme creyente de un mundo ecoamigable, un luchador reformista social con una propia visión de la participación política, pues prefiere el “activismo político” a luchar por un lugar en una representación partidaria. Es el eterno cuestionador de “seguir las reglas en salvaguarda de la democracia”.

En segundo lugar, las expectativas de los millennials peruanos no se basan en las promesas populistas, sino en las tangibles posibilidades de una reforma social basada en las necesidades manifiestas de los grupos más vulnerables, aquellos que ameritan una real representación política. A pesar de estar guiados por su instinto de practicidad, prima entre los millennials el sentido de bienestar, equidad y justicia; por lo que no se sienten cómodos formando parte de un partido que no apuesta por la representatividad sino por la “partidocracia”.

Otro de los temas importantes que define la visión política de los millennials es la crisis de institucionalidad en el país. Las últimas encuestas señalan un nivel de aprobación del 49% para el Poder Ejecutivo, el 37% para el Poder Legislativo. Y el Poder Judicial tiene el porcentaje más bajo, de 28%, lo cual confirma la poca o nula fe en las instituciones corroídas de corrupción, que resultan ficticias y no conectan ni sirven al electorado peruano.

Algo que puede limitar la participación política de los millennials, además de su falta de experiencia, son las pocas oportunidades de desarrollo que encuentran, y que se contrastan con su ferviente deseo de ser parte activa de las tomas de decisiones, sin privilegios ni influencia alguna. Uno de los principales desafíos de los jóvenes es la informalidad laboral, que se ve incentivada por la poca capacitación de los jóvenes, pues un 28% de ellos no culmina sus estudios secundarios. La creciente inequidad hace que los jóvenes deban decidir entre trabajar o estudiar, lo que aleja la posibilidad de desarrollar sus competencias políticas y formarse adecuadamente para ejercerlas.

Los millennials plantean nuevos retos al statu quo, que van más allá de las reformas electorales y en materia legislativa. Es momento de valorar la forma de pensar en los jóvenes, de apreciar su idealismo, voluntad y conciencia social asignándoles un justo valor y fomentando el deseo de quebrar el sistema para obtener uno mejorado, afianzado en los principios y valores democráticos hoy olvidados. Es tiempo de que los partidos políticos sean conscientes de que esta importante masa electoral espera renovación desde las estructuras y real identificación con el electorado. De lo contrario, les será muy fácil derrocar el sistema de partidos casi en extinción, tan fácil como les resulta cambiar de smartphone.

 

Elizabeth Zea Marquina

 
Elizabeth Zea Marquina
17 de noviembre del 2016

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