La vida no vale nada

Otra víctima inocente de las protestas violentistas e injustificadas

El Gabinete anunciado por Pedro Pablo Kuczynski representa a la tecnocracia, la iniciativa privada, el emprendedurismo y las inversiones que requieren de climas de tranquilidad social para que el crecimiento y el desarrollo fluyan sin interferencias. Por otro lado —al menos por sus declaraciones— Pedro Pablo personificaría a las almas solidarias que no encajan en un neoliberalismo desbordado, aquel al que no le importa que a pocas calles de mansiones regias existan ausencias de agua potable ni mesas insuficientes para evitar anemias. Representaría, además, toda herramienta que construye y saca de la pobreza a la población. Así —sin suficiente ciudadanía, con democracia de baja intensidad—, no van los desórdenes callejeros que desatan furias contenidas de hordas violentas que no entienden que las calles y los espacios públicos pueden ser extensión de sus hogares.

En 2012, los pobladores de Jauja, entusiasmados con el Aeropuerto Francisco Carle —alterno al Jorge Chávez en caso de desastres naturales en la costa central— se organizaron para hacer posible los requerimientos necesarios para “internacionalizarlo”. Cuando otras voces hablaron de otro aeropuerto para Huancayo, Jauja convocó un paro que detuvo la economía regional y la libre circulación de personas y mercancías. El paro fue anunciado aun cuando las autoridades sabían por anticipado que el Ministerio de Transportes había negado la posibilidad de otros aeropuertos cercanos, confirmando además la modernización del aeropuerto en Jauja. La carretera central fue bloqueada como nunca en un feriado largo. En un confuso incidente, entre policías y manifestantes, un poblador perdió la vida al caer de un puente.  

En provincias abundan los frentes regionales y comités de lucha, casi todos manejados por la izquierda y los violentistas, que se apropian de los reclamos populares. Basta un lema para movilizar las “conciencias” desinformadas y malformadas de la población. En estos días, numerosos colectivos buscan revocar alcaldes y gobernadores regionales. Ser revocador es convertirse en cabeza visible, con suficiente espacio para hacerse conocido entre las masas electoras. Un pretexto para manifestarse con violencia física y verbal. Una coartada para convertirse en candidato. “Sin luchas, no hay victorias”, dicen.

La situación en Junín y otras regiones no es halagadora. Aún cuando existen emprendimientos, hay ausencia de crecimiento y desarrollo. La mezquindad sobrevive y se imponen insultos y ajusticiamientos públicos. No se oyen ideas con claridad y contundencia. Todo es inmediatismo.

El reciente paro, auspiciado por el Gobierno Regional de Junín (GRJ), se realizó para defender —según dicen— un territorio que, por proyecto de ley, pasaría a ser parte del Cusco. Un proyecto que, como dijo el congresista Casio Huayre, no discutirá el Congreso actual y será archivado. No hay tiempo, los actuales congresistas están de salida y no es tema de urgencia nacional. Además, su aprobación aumentaría la conflictividad social. Luz Salgado será la próxima presidenta del Congreso y su relación con Junín impedirá que ese proyecto tenga luz verde. Las autoridades del GRJ debieron estar informadas antes de impulsar el paro regional que, a todas luces, fue para aprovecharse de la situación y medir fuerzas con los revocadores.

Como en Jauja, con piso parejo no hay qué reclamar. El paro último deja un niño fallecido en medio de buses atascados. El GRJ cargará con la muerte del niño así la justicia se haga la tonta. La vida no vale nada para el oportunismo político. Todo para aferrarse a un poder político que ofrece glorias efímeras y sustanciales ganancias ilegítimas y hasta ilegales para después.

Manuel Gago