Eduardo Zapata

La Vero y sus promesas

La Vero y sus promesas
Eduardo Zapata
07 de abril del 2016

Mayor pobreza y desigualdad en un eventual gobierno de Verónika Mendoza

“Me gusta el color serrano de la blusa de Vero, su lápiz labial a tono y su trenza descuidada y originariamente ladeada. Bien producida”, escribí en un post que subí al FB mientras veía y escuchaba a Verónica Mendoza en el llamado debate presidencial.

Antes, en un artículo de febrero del 2015 —aquí en este mismo espacio y titulado “El rostro de Verónica”— decíamos: “Verónica tiene, entonces, la lozanía de una juventud incólume. Y su rostro serio pero agradable —así como su inteligencia y buen decir— tendrían el poder de seducir el voto juvenil. Porque comparte con ellos… un discurso ambientalista, un permanente reclamo de transparencia en la gestión pública. Y, ciertamente, principios de equidad”. Y añadíamos respecto a su candidatura: “¿Cuál podría ser su promesa? Ofrecer —esta vez sí de veras— la Gran Transformación traicionada. Entonces tendría como público-objetivo no solo a la juventud aludida, y también la posibilidad de convocar a todos los que votaron por Humala y se sintieron traicionados”.

Hemos visto en los últimos días a su equipo de gobierno. Junto a figuras emblemáticas de la vieja izquierda peruana, identificamos aurorales colaboradores de Ollanta Humala y partícipes activos de la gestión de Susana Villarán. Advertíamos al respecto en el artículo referido: “Como es lógico, el mismo sector de la izquierda peruana trataría de rodear esta vieja promesa de la izquierda con rostro fresco –Verónica Mendoza— con otros rostros demasiado trajinados por los maquillajes”.

A un año de aquel artículo los hechos lo han confirmado en todo. Efectivamente Verónica Mendoza fue oficializada como candidata, su promesa política fue la anunciada y el público-objetivo convocado también lo fue. Ella pudo ser —y podría serlo en el futuro— el rostro de una nueva izquierda en el Perú. Pero al reciclar viejas banderas, viejos personajes y consultores de siempre, parece que todavía no cumplirá con esa promesa. Como señalamos en el artículo de febrero del 2015: “Triste sino de la izquierda peruana. Reducida a la búsqueda de un rostro que inevitablemente será absorbido por otros rostros y mentes que —a pesar de los maquillajes— no entienden que el mundo cambió”.

Las viejas propuestas con rostro fresco se encuentran dramáticamente reflejadas en el plan de gobierno del Frente Amplio; para aquellos que quieran entenderlas, sin apasionamientos. Y me remito a los efectos que tendría la aplicación de ese plan de gobierno en los cinco años venideros. Efectos no pronosticados desde el calor de las pasiones políticas, sino desde la frialdad de las simulaciones computarizadas de los diferentes planes de gobierno. Un modelo de simulación fue aplicado por PREDICEperú, empresa que reúne a consultores del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, y dio los siguientes resultados:

“El plan de gobierno del Frente Amplio es bastante explícito, tanto en propuestas como en su cuantificación… El incremento del sueldo mínimo por encima de los ajustes por inflación y productividad… impacta directamente en el incremento de la informalidad en el país. La simulación del modelo de equilibrio general apunta a un estancamiento del crecimiento del PBI como producto de la escasa inversión privada… El incremento de la informalidad limitará el aumento de la productividad del país. Del mismo modo, el modelo apunta a un aumento creciente del déficit público, que se traduce en un crecimiento exponencial de la deuda pública. El incremento del déficit… se traducirá en un aumento significativo de la inflación que no podrá ser controlada por el BCR”.

Una izquierda realmente preocupada por los más pobres (una nueva izquierda) no podría suscribir un plan de gobierno que —sometido al rigor de las simulaciones computarizadas de la evolución de los principales agregados macroeconómicos— arroja como resultado que “La mayor inflación y la ausencia de crecimiento sostenido del PBI se traducirán en una elevación de los niveles de pobreza y de desigualdad”.

Eduardo E. Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
07 de abril del 2016

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