Mario Saldaña

La verdadera disyuntiva

La verdadera disyuntiva
Mario Saldaña
17 de marzo del 2016

Antifujimorismo y profujimorismo en la campaña electoral

Polarización. Es lo que Keiko Fujimori y Fuerza Popular preveían iba a suceder entre el 11 de abril y el 4 de junio. Pero no. La salida de Guzmán ha atizado y acelerado la polarización entre anti y profujimoristas para que la enorme y mayoritaria masa de votantes ubicada entre estos dos referentes se vea conminada a optar.

Al menos es lo que algunos medios y grupos de presión que intentan apoderarse de las redes sociales revelan. La buena noticia es que esa no es toda la verdad. No todavía al menos pues la pluralidad de alternativas persiste junto a una significativa porción de “No sabe no opina” que, según la medición que usted elija, anda entre un 10 y un 15% (sin contar blancos y viciados).

Ciertamente no es Keiko Fujimori ni José Chlimper con su infeliz comentario de la Virgen quienes promueven tal escenario, sino un sector de jóvenes ex “guzmanlovers” que se sienten sacados ilegítimamente de carrera junto a los ya conocidos grupos típica y militantemente antifujimoristas, muy activos en redes y en organizar marchas al paso.

Es el mismo colectivo que ayudó a mostrar, con cierto éxito, a Ollanta Humala como el “mal menor” frente a la alternativa naranja el 2011, al que se sumó gustoso el nobel Vargas Llosa y un sector de la opinión pública con algún grado de influencia. Bueno pues, cinco años después, he ahí los resultados.

Esta corriente de opinión que apunta a convertir el antifujimorismo en una suerte de “cruzada nacional” ha de apoyar cualquier opción que no sea Keiko. Su peor pesadilla es que sea García quien dispute la segunda vuelta (escenario casi imposible como van las cosas), pero su rechazo es de tal grado que, por ejemplo, no hubiera tenido ningún reparo en alentar el voto por un personaje como César Acuña el 5 de junio aunque sea tapándose la nariz.

Hay dos nuevos aliados que nutren la polarización. Normas electorales parchadas, jaladas de los pelos, extemporáneas y confusas, que ayudan a dudar de las decisiones de las autoridades (y sobre las que el actual Congreso tiene una altísima cuota de responsabilidad). Y la muy activa Primera Dama y presidenta de la agrupación oficialista, Nadine Heredia.

Sobre lo primero ya he opinado. Pero lo segundo es de antología. La señora Heredia ha decidido tres cosas: que el principal enemigo del Perú es el fujimorismo, que nos encaminamos a un fraude electoral (para ella las autoridades no dan ninguna garantía y favorecen a Keiko, luego de la presión directa e indirecta que ejerció ante el JNE para que no sacara a su candidato Julio Guzmán) y que el oficialismo no debe tener candidatos a nada.

O sea, la presidenta del movimiento que está en el Gobierno, cuyo deber es asegurar que el proceso electoral se desarrollé con normalidad y en un ambiente de tranquilidad, lo petardea, desembarca a “su candidato” y grita fraude.

Si me preguntan cuál es la verdadera disyuntiva a poco más de 3 semanas para ir a votar, diré que es entre quienes deseamos mantener, al amparo de la ley (asumiendo las claras deficiencias de ésta), la legitimidad de este proceso eleccionario y entre quienes desean tirárselo abajo por razones particulares (desde odios, ideología e intolerancia, hasta una notoria búsqueda de impunidad.
 

Elija usted.

 

Por: Mario saldaña
Mario Saldaña
17 de marzo del 2016

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